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Desde Abajo Noticias > Opinion > E̪̙͜L͍̞͇ L̢̝̟A̫͎̞D̫̫̝R̼͔͉Ó̝̫̼N͚͔͖ D̢̡͎E̡̼ M̼͙͍E̞̪̟T͓̫Á̢̘͎F͇͓͇O͚̻͍R̦͙̟A͇̼͎S̢̝

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????o escribe ninguna línea decente desde que aprendió el alfabeto y mucho menos desde que navega con banderita de poeta.

Le ruega a la gente del gobierno que le publiquen sus libros.

Sus manos son tan suavecitas, que se resiste uno a creer que tal vez ni siquiera un texto bondadoso ha pasado por esas tiernas palmas de mujer en cuerpo de hombre; pero resulta que es varón que lee reteharto y sobre todo literatura canallesca, y de cada autor que va cayendo en sus manos, se fusila sin rubor, aquello que considere bueno para él y sus escasos admiradores que se cuentan como nueces, por las ardillas criticonas del bosque de la envidia.

Por eso la mujer araña, lo mató con ese beso en la nuca de sus días.

La noticia lo golpeó, como periodicazo a mosca distraída sobre el chocolate alucinante de las tardes en remojo.

Sus palabras fuertes lo incendiaron y empezó a llorar para dentro de la taza de café, donde adivinaba la suerte de todos los comensales del cafetín.

Cuando leía, saltaba una página del libro al ojo del camello de su corbata. Le hablaron a algún familiar, a su casa, que viniera por ese loco que lloraba como niña sin su bombón.

Su padre se armó de coraje para realizar ese esfuerzo, se arremangó los puños de la camisa para abofetearle la creencia de que es el único que roba metáforas.

Esa decisión lo colocó entre la espada y la pared de sus mitos.

Pensó en huir hacia ningún lado donde no lo juzgaran por lo que no hacía.

Tocar el cielo con las manos era como caer en cazos comunes de caníbales con gula desaforada; como la tarde en que me comí la torta antes del recreo.

Su hermano Abel lo iluminó con sus consejos.

Su abuelo es un pozo de sabiduría de Internet, plagiada hasta el infinito en memes prosaicos.

Mi tiempo vale oro les gritaba a las cuatro paredes que escuchan sus blasfemias.

Me has robado bastante tiempo, le dice a la musa que lo acompaña, tuerta y desvencijada sin pintarse el pelo, cual escoba de oficina sin presupuesto.

Dime con quién andas, y te diré quién eres al anochecer, furtivo maricón de fusiles concebidos desde hace siglos.

Solo el tiempo lo dirá.

Con su mirada braguetera, ha desnudado sus mentiras; ya todo lo saben en su derredor. Que nada de lo que escribe es de su propiedad.

Vivir aquí es un paraíso. El tiempo es un devorador de insomnios. Está hecho de polvo de millones de poemas.

Está reventado como chile en salsa de molcajete, ¡ay ojete! ya te viniste, nomás de verme orinar en el traspatio.

Tienes que ponerte las pilas para estudiar. Has perdido un tornillo. Esos políticos son unos buitres, ya no digas zalamerías.

Ha fallecido, por lo menos, ya podrá descansar, de la bruma alcohólica y la cafeína.

Te queda un largo camino para crecer. Eres un burro, no conoces ni la O por lo redondeado de los cheques.

Tiene el ánimo por el piso de la torre gemela de su mujer de apariencia, pues él cae engatusado ante los hombres de barba y bigotes abultados.

Estás inmerso en un vacío donde el tiempo se detiene a sonreírle, ¿tamaño?, chico energúmeno engreído, lector de otredades.

Está en la primavera de la vida, plana y miserable como gitana en el bosque sin mano que lea porquerías por venir.

Perdió la cabeza por esa mujer y desde entonces se viste solo para llamar la atención del vecino de la tienda que le fía agarrándole la mano, y se auto conmisera a cien por hora rumbo a los tugurios donde baila sus canicas, globos oculares que todo escanean.

Tiene el pecho enfermo de amor por lo que otros escriben.

Su corazón está en llamas. Llamadas, vente, nomás no seas como el lobo Feroz que se masturba en el bosque de sus pesadillas y amanece mojado, de pies a cabeza.

Sí, como faltas tú, en el aquelarre se quema un churro con suficiente azúcar.

Estoy loco por ella, asegura, de la poesía que brota de los ojos de los otros que arrastran el lápiz.

Su amor me hace perder la razón, grita como doncella al amanecer desquiciado, como el sol que trepa como un tigre por la cortina azul de sus ojos.

Hay mucha energía en esta relación y de creador y fusilero sin rienda. El amor es un fuego. Siente el fuego en sus caricias que le brinda a los libros de otros. El amor es un viaje a la isla de la soledad, y frente al café solloza, como bebé sin su biberón.

Está padeciendo el mal de amores. Siente que le queman con sus besos. Sintió el flechazo ese día al mirarla. La línea metafórica que hace estallar el verso.

Le ha roto el corazón, en mil caracteres. Siente las mariposas en el estómago, que se vuelven vidrios rotos tragados por un falso faquir.

Está en las nubes desde que conoció a aquel chico.

Desde aquel día que vio a la mujer – hombre trasvesti-, está tonto de tanto ladrarle a la luna y su lado oscuro; un closet lo espera para refugiarse cuando su padre lo azote contra la puerta.

Su corazón salta la cuerda de la alegría. Está a punto de estallar en fragmentos de notas musicales, en Do sin remedio, en Falsa rima.

Su vida ha sido un infierno desde la ruptura. No es oro todo lo que reluce bajo el sobaco del tipo, son pelos de elote, robados a un presidente gringo.

Al que al cielo escupe, en la cara le cae, el Dios de lo absoluto ríe a carcajadas de sus criaturas infames.

Cada loco con su tema podrido en vaguedades que deambulan en paños menores.

Del dicho al hecho hay mucho trecho, ajá, ahí está el arrecho que roba metáforas, el putarraco que hurta sentimientos y se los adjudica con su pluma prostíbula, jura que él descubrió la luna y el queso del ratón Macías.

No sólo de pan vive el hombre, dice mientras se relame los bigotes. Sobre gustos no hay nada escrito. Quien mucho abarca, poco aprieta a la hora de defecar estrellas.

De tales bodas, tales costras, hincada frente al buró la posee y líricamente se hace de esa vuelta de tornillo que es la metáfora ajena.

Quien bien quiere a Beltrán, bien quiere a su can dice el refrán…y también se la roba, la metáfora en el dicho y pase lo que pase, se lo lleva a su colchón donde acumula los plagios de la poesía que aún no se escribe pero que intuye como buena para el respiro.

Quien se pica, ajos come al amanecer y le huele la boca a sapo tuerto. No hay rosa sin espinas dice el culebrón de la televisión y lo aparta para sí.

Poderoso caballero es don dinero, y hace cola para que la paguen sus comillas que no pone porque todo se ha plagiado el fusilero mayor y farsante merolico.

Y así hasta el infinito, sueña que las metáforas son borregos y va imitando el balido. “…No se hizo la miel para la boca del asno. Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”.

Todo se ha robado y lo carga en su laptop, donde hurga con la duda, ¿y quién lo escribió?, seguramente yo, dictado por esa musa acéfala que yace dormitando a la espera que la necesite para procrear versos clásicos.

Quien adelante no mira, atrás se queda de los espantapájaros. Pájaro viejo no entra en jaula de poeta. Más sabe el diablo por viejo que por diablo sin calzones con cola de demiurgo glotón.

Más vale ser cabeza de ratón que cola de león en asfalto, sin dientes que cepillar.

Mal de muchos, consuelo de tontos pusilánimes. Entre sastres no se pagan hechuras copiadas entre libros de otros.

A rey muerto, rey puesto en charola de esclavo. Después de la tempestad viene la calma del que acaba de comer. Aún no ensillamos y ya cabalgamos hacia la otra edición apócrifa.

Donde menos se piensa, salta la liebre de la mentira.

A quien madruga, Dios le ayuda a robar metáforas.

A mal tiempo, buena cara de santo pedigüeño.

Siembra un carácter y cosecharás un destino de imitador.

A cada cerdo le llega su San Martín por eso, pon tu cuero a remojar. No se pueden pedir peras al olmo. Un clavo saca a otro clavo, bebamos de tu plagio recién cosechado. Perro ladrador, poco mordedor. Ojos que no ven, corazón que no siente el hurto.

El cielo se deshace en rayos de oro molido por la espera, de caerle en el garlito.

Ansiedad que partiste mi pecho a cuchillazos de palo y olvido. Sus lindos ojos de cielo en el horizonte fija, la cobija no trae, pues hoy se regresa. El viento me ha traído tu nombre en la mañana.

Otra vez él, robando poemas completos acabando de leer en el baño tus odas, tus alejandrinos esfuerzos, ¡ay cabrón!, cómo caminas sintiéndote único heredero de Homero y sus quimeras.

Farsante, a mí no me la pegas con tu copia, selecciona y pega, el brinco porque te atrapo si regresas a jugarle al vivo, cuando muerto te tengo en el basurero de la poesía.

 

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