El voyerista
¿Estirando la liga en Ayotzinapa?
Por Alfredo Guzmán
Los últimos acontecimientos trágicos ocurridos en torno a la Normal de Estudiantes Rurales de Ayotzinapa, colocan a los actores de la misma escuela y a las autoridades federales y estatales, a redefinir, unos el fortalecimiento de una escuela de cuadros de lucha social y al segundo en su viabilidad, como escuela Normal rural.
Cerrar una escuela, no es viable, pero redefinir su funcionamiento, sí, porque evitaría la manipulación de un grupo que controla, acceso, formación, corrupción educativa y violencia contra jóvenes, inermes, que obligadamente tienen que hacer lo que se les ordena.
En un momento donde el reclamo por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, entraba a una etapa de definición por parte del gobierno federal, un exceso más de un policía, cometido en un retén, regala a los líderes de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM) gasolina para seguir en la senda que han tenido desde hace años, para justificar quemas, destrucción, saqueo, hurto y violencia que caracteriza sus acciones.
Alguien tendrá algún recuerdo positivo, edificante, generoso en resultados de competencia educativa, en fortalecimiento de la infraestructura para que los estudiantes, tengan una condición mejor para alcanzar los objetivos deseados, como escuela Normal, no existe.
Hace muchos años, que Ayotzinapa ha dejado de ser escuela Normal de maestros.
Para los líderes de la FECSM, los excesos cometidos por gobiernos, estatales, federales y posiblemente la maña, en su contra, han sido excelentes regalos, para justificar su forma de lucha.
Los gobiernos, han sido omisos en dar soluciones, presentando y sancionando a los responsables de los excesos contra quienes protestan.
La lucha social, es justificada, sí.
La violencia contra esa lucha, no.
Los excesos cometidos por los líderes de la FECSM reclamando justicia, tampoco.
A nadie le conviene el caos. A la FECSM, sí, porque es su caldo de cultivo social.
Los estudiantes son rehenes de esos líderes. La sociedad, también.
El gobierno federal, tiene un reto grande. Llega al final de su periodo, sin dar respuesta a nada de los reclamos por la desaparición de los 43.
El gobierno estatal, está atado de manos. No tiene respuesta a ningún reclamo de los líderes. Vamos a esperar qué sigue, los excesos seguirán y la sociedad será víctima de nuevo.
El momento demanda serenidad, paciencia y control, además de aplicación de protocolos para el manejo de conflictos sociales.
Y el gobierno federal, deberá entregar a varios de los responsables de la masacre de los 43. Pero hay un pacto que lo impide.
¿Quién ganará, los líderes violentos, los moderados o sacrificarán el proyecto social?
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