LECTURA POLÍTICA
Ayotzinapa: factor de riesgo elector
Noé Mondragón Norato
El presidente AMLO lo prometió el 26 de mayo de 2018 durante un acto de campaña por la presidencia del país en el municipio de Iguala: “se creará una Comisión de la Verdad encabezada por organismos internacionales para que aclare por fin, lo que sucedió con los normalistas de Ayotzinapa”. El presidente borda el epílogo de su sexenio. Y no hay avances sustanciales sobre esa masiva desaparición. Lo demás se lee en el contexto de la disputa por la presidencia del país el próximo 2 de junio.
BOMBA QUE ESTALLÓ. – Si AMLO priorizó lealtades por encima de eficacias a lo largo de su gobierno, el estallido de eventos desagradables confirmó justamente, la escasa operación para desactivarlos por parte de quienes lo acompañan. Y le demostró que las competencias, olfato y visión de personajes incrustados en la función pública, van aparejadas necesariamente, con la aplicación de políticas exitosas en materia de contención del conflicto. Se lee así: 1.- Al derrumbe de una de las puertas del Palacio Nacional por parte de los normalistas de Ayotzinapa el pasado 6 de marzo, demandando diálogo directo con el presidente, este se vistió de cerrazón. “Es un acto de provocación. Los atenderá Gobernación, los padres están siendo manipulados por los abogados”, dijo lacónico. Pero la secretaria Luisa María Alcalde Luján se esfumó. Un día después un normalista fue asesinado por la Policía del Estado en un presunto enfrentamiento en Chilpancingo, por la salida a Tixtla. La versión oficial alegó que había un reporte de robo a una camioneta. Pero ¿cuántos hurtos de vehículos se dan en la capital sin que se monte un operativo policiaco tan rápido, oportuno y eficaz para dar con la unidad robada? ¿Porqué en ese operativo no acompañaron a la Policía del Estado ni la Guardia Nacional ni el Ejército como sí lo hacen en otros casos? ¿A que obedeció la tardanza de la Fiscalía para llegar al lugar de los hechos y recolectar las evidencias, justificando en un boletín oficial que lo hizo “hasta que se dieron condiciones de seguridad y visibilidad para el personal de la Policía Investigadora Ministerial? Es decir, los propios policías proyectaban el temor de ser presas de algún delito. Pero ¿no es acaso la Fiscalía una instancia que garantiza la seguridad? El punto parece claro en cuando menos dos vertientes: el personal de seguridad pública estatal no está capacitado para hacer frente a un evento “fortuito” como ese. Y por el otro lado, desde el gobierno federal se dejó incubar hechos explosivos que entrañaban un evidente riesgo político, dada la belicosidad mostrada por los normalistas de Ayotzinapa. Lo anterior se asoció irremediablemente, a un pésimo trabajo por parte del cuerpo de asesores del presidente. O de la sordera deliberada del inquilino de Palacio Nacional. 2.- A pesar de que el crimen del normalista ya fue atraído por la FGR, al final del día no debe perderse de vista la parte medular del asunto: hay en puerta una elección presidencial. Y hasta hoy, la candidata del Morena, Claudia Sheinbaum no ha hecho ningún compromiso respecto de la desaparición de los 43. Cree y evalúa que el presidente AMLO lo dejará todo arreglado. Que no habrá ningún problema para ella, pues las encuestas la siguen ubicando arriba de la competencia electoral. No advierte que la radiografía podría cambiar por situaciones imprevistas como las generadas por los normalistas de Ayotzinapa. Y otras más que permanecen ocultas y que las van a reventar sus adversarios. Además, le resulta complicado al propio presidente, entregar resultados diferentes sobre esa masiva desaparición estudiantil, a los ya ventilados en sus “mañaneras”. El contexto lo refrenda: si el expresidente priista Enrique Peña Nieto no pudo resolver el estridente caso durante su atropellado y corrupto sexenio, es poco probable que lo haga el actual presidente cuando se encuentra en la etapa de cierre de su gobierno. En las variables sobre cómo evolucionarán las campañas electorales presidenciales marcadas por los más desconcertantes escenarios, lo único seguro es que nada está asegurado. Y las sorpresas desagradables podrían acumularse dada la deficiente operación política fraguada desde Palacio Nacional.
HOJEADAS DE PÁGINAS…Si las encuestas fueron las que determinaron la reelección de la alcaldesa morenista de Acapulco Abelina López Rodríguez —remando contra la animadversión de sus adversarios internos y también la inconformidad de miles de acapulqueños—, en Chilpancingo ocurre algo parecido: en las encuestas, la actual alcaldesa morenista, Norma Otilia Hernández Martínez, aparece con la medición más alta. Ningún aspirante morenista en la ruta de suplirla, la alcanza. La estrategia parece obvia y simple: el presidente AMLO ya percibió que la elección presidencial se le está complicando a Claudia Sheinbaum. Y desperdiciar votos asegurados por parte de quienes ya son gobierno en municipios clave, implicaría complicarla más. Por eso en su “mañanera” ya le dio “luz verde” a Norma Otilia para su reelección. Qué tal.
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