LECTURA POLÍTICA
Moreno, Citlali, Alfredo: mentiras como verdades
Noé Mondragón Norato
Los disfraces de las comedias políticas suelen pasar de lo risible a lo grotesco. De lo asombroso a lo simulado. Y de fincar en la mentira ese vodevil a fin de venderlo como verdad. Y así se lo miden sus personajes. Lo portan sin ningún tipo de recato o pudor. Como es el poder el que subyace para justificarlo, no les interesa caer en el ridículo. Se les resbala con facilidad la mofa y la burla públicos. El escarnio como vejación reiterada. Al fin y al cabo, son como las vedettes del pasado o las influencers modernas de las redes sociales: ganan dinero por exhibirse vestidas con prendas diminutas. El recuento de esta picaresca política así lo refrenda.
FRIVOLIDAD Y MENTIRAS. – La temporada electoral marcó de nuevo, la forma en que algunos políticos se camuflan y mienten a fin de no bajarse de la rueda del poder. Los casos están demasiado expuestos: 1.- Por una cuestión relacionada con una “acción afirmativa” el candidato al senado por el partido Movimiento Ciudadano (MC) Mario Moreno Arcos, fue requerido por el INE para presentar las pruebas en el sentido de que es un miembro de la comunidad Afromexicana, pues de acuerdo con la normatividad electoral, esa candidatura correspondía a un integrante de esa comunidad. Y desde luego, Mario no lo es. A menos que se implante pelo oscuro y rizado, así como labios gruesos y nariz chata, propios de ese conglomerado social cuyos integrantes fueron traídos de África en calidad de esclavos hace más de 500 años. Sin embargo, Mario registró su candidatura firmando un documento en el que se describe como Afromexicano. Desde luego, lo impugnaron sus contrincantes del PRI y el senador Manuel Añorve de manera particular. Mario dice que “es por miedo e ir en las encuestas en el segundo lugar”. La realidad es que el candidato al senado por el MC podría ser desplazado de la candidatura por no ser físicamente, un miembro Afromexicano. La mentira como coartada para continuar en el poder. 2.- Ante la impugnación que amenazaba presentar la Comunidad Lésbico-Gay-Transgénero −pues el segundo lugar de la lista de diputados plurinominales del Morena correspondía a esa comunidad−, la actual presidenta de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) del Congreso local, Citlali Calixto Jiménez se blindó con tal de repetir en la curul y apropiarse ilegalmente de ese espacio. Fue entonces cuando gestionó con otros miembros de esa comunidad, un escrito que avalaba su condición de bisexual. Pero ¿acaso basta con un simple documento para avalar esa condición? ¿Qué pasa con aquellos que no están afiliados a una organización de esa naturaleza, pero son abiertamente homo o bisexuales? ¿Y qué con aquellos que no lo son y se asumen como tales avalados por un escrito que podría ser apócrifo? ¿Cómo se comprueba realmente tal situación? Al no haber reglas fijas ni pruebas concretas sobre el asunto, es claro que cualquier ciudadano o ciudadana puede ostentarse como tal. El dirigente estatal del Morena, Jacinto González Varona, no quiso entrarle a esa discusión. Y por esa razón, es probable que Citlali gane esa controversia. Otra vez la mentira como instrumento nefasto para conservar el poder. 3.- Un caso igual de patético, fue el del actual diputado local morenista, Alfredo Sánchez Esquivel, quien se reeligió en la actual legislatura de forma similar. Y aprovechando también su cargo como presidente de la Jucopo. Este personaje se asumió como indígena −pues la diputación plurinominal del Morena correspondía a ese segmento social por “acción afirmativa” − cuando es físicamente un mestizo. En el colmo del cinismo, empujó a su esposa Zazil Meza Fernández como suplente suya. Alegó haber vivido más de 22 años en la zona indígena de Ayutla con el fin de justificarlo. Y asumió abiertamente ser indígena Me´Phaa. Al igual que con Citlali, hubo un documento avalado por Javier Rojas Benito, el secretario de Asuntos Indígenas y Afromexicanos del gobierno estatal del priista Héctor Astudillo, quien acreditó así su condición de indígena. Es decir, Sánchez Esquivel llegó no con el aval político de actual gobierno morenista de Evelyn Salgado, sino con el del actual desempleado político Héctor Astudillo, jefe de campaña del aspirante al senado por el MC, Mario Moreno. Por eso, Sánchez Esquivel fue enfriado políticamente. Por eso mismo, la Comisión de Honor y Justicia lo expulsó del Morena. Y por esa misma razón, ya se quedó sin canicas que jugar para el próximo trienio. Pero como en los dos casos anteriores, la mentira se vendió por enésima ocasión, como verdad. Y los órganos electorales son de piedra. Porque esa irregularidad no se persigue de oficio.
HOJEADAS DE PÁGINAS…Encandilados por un triunfo que saborean por anticipado, ninguno de los tres aspirantes a la alcaldía de Chilpancingo −Alejandro Arcos de la alianza Corazón por México; Jorge Salgado del Morena y Víctor Martínez del MC− diseñaron propuestas concretas y atractivas sobre cómo pretenden gobernar la capital. Se limitaron a deslizar el problema del agua y el de la inseguridad. Nada más. Como si fuera tan fácil solucionarlos y dependiera de sus buenos deseos. Como si la gente no se percatara de antemano, que la están engañando. Pero, sobre todo, como si ya no existieran otros urgentes. Es claro que con candidatos así, la gobernabilidad municipal se avizora de antemano, pobre en la operación. Pero también, repetitiva en la forma. Ninguno de los tres aspirantes alcanzó en la inauguración de su campaña, la mínima aprobación ciudadana.
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