Té de tila
Qué tiempos aquellos
Por Alejandrino González
Removiendo los archivos me encontré unos apuntes sobre los primeros hechos de violencia en la Ciudad de Chilpancingo; en los recuerdos, está el secuestro y asesinato de tres jóvenes estudiantes del Instituto Tecnológico de Chilpancingo (ITECH), que fue la primera nota que le dimos cobertura, quien escribe y el colega Zacarías Cervantes.
Zacarías Cervantes, es un reportero de la vieja guardia (uno de los mejores en su tipo). Ambos éramos compañeros en el diario Pueblo que dirigía Gustavo Salazar. Diario que se ubicaba en la plazoleta de San Francisco en una vieja casona propiedad de la familia Salazar Adame.
Eran aproximadamente las 7 con 30 minutos cuando ambos nos enteramos de que habían encontrado unos cuerpos carcomidos por la fauna en un cerro al sur-oriente de Chilpancingo; mejor conocido como el Cerro del Huiteco.
Solicitamos al director salir a la escena del crimen. Nos autorizó, para el taxi, muy limitado, pero ahí estaba esa colaboración. Abordamos la unidad motriz que nos llevaría al Cerro del Huiteco. Enfilamos rumbo a la colonia CNOP, luego la Pino Suárez y posteriormente la Ignacio Manuel Altamirano. En el camino nos encontramos otros colegas; Ernesto Orea del Diario de Guerrero, Alfredo Guzmán de El Sol de Chilpancingo, que por cierto le dio un tratamiento de novela a ese hecho. Iba una gran cantidad de personas entre policías, periodistas, fotógrafos y uno que otro curioso. Nos bajamos de la unidad y empezamos a subir al cerro.
Para llegar al lugar de los hechos, tardamos una media hora a ese lugar plano, en el cerro donde había tres cuerpos. Jadeantes reposamos un poco y empezamos a retratar y tomar nota antes de que fuera acordonada la zona por la autoridad.
Ya en 6.7 en el 6.5 indicado se escuchaba en los aparatos portátiles que portaban los policías; 8.7 de los 3/ 11s. (Ya estamos en el lugar y se confirma que hay tres muertos) informaba la Policía Municipal y de igual forma los agentes de la Policía Judicial, como se conocían en ese tiempo los Policías Ministeriales.
Efectivamente eran tres muertos. Se confirmaba que eran los tres jóvenes del ITECH que habían secuestrado días antes por un grupo de delincuentes que operaban en la zona controlada por los famosos Mayas.
Los “Mayas” era una familia que se asentó en lo alto de la colonia Ignacio Manuel Altamirano de esta ciudad de Chilpancingo. Eran delincuentes de bajo nivel, según las autoridades estatales en sus reportes, pero en realidad estos pandilleros controlaban desde la CNOP parte baja algunas otras colonias y hasta donde vivían.
Según los reportes policiacos mostrados en ese tiempo en la mesa del Juez de Barandillas, eran delincuentes que asaltaban y robaban casas habitaciones, no se les conocían asesinatos.
La colonia Altamirano como se conocía, la CNOP y la Pino Suárez, era relativamente tranquila. Y quizás otras controladas por pequeños grupos de delincuentes o pandilleros comunes que por cierto servían de ojo para los policías de esa época.
Hoy en día, muchas colonias de las más de 800 que hay en Chilpancingo, hay pequeños grupos de pandilleros que controlan de cierta manera que la violencia contra las familias que habitan en esos asentamientos humanos vivan en paz, pero también los hay de alto nivel que no quieren problemas para pasar desapercibos.
Con 200 policías con que cuenta la comuna de esta ciudad, policías sin entrenar, sin ética, sin preparación, es más fácil delegarles otra función para que sigan en la nómina que pedirles resultados contra la delincuencia. Es más fácil pedirle a ese agente de tránsito que apenas la Primaria terminó salir a la calle en una patrulla vieja sin cinturón de seguridad, sin llantas y hasta sin placas a cazar e infraccionar a automovilistas que enfrentarse a un delincuente.
Desde hace mucho tiempo, quienes son servidores públicos o policías han dejado de servir a la gente, desde hace mucho tiempo que dejaron de cumplir su función. La función es de ser primer respondiente, acordonar la zona e impedir de cierta manera la función periodística.
En aquellos tiempos donde había viejos policías, los jefes pedían resultados porque, aún había moral. Hoy, al parecer ya no existe ni moral, ni ética, mucho menos resultados.
Regresando de esa noche a la redacción (11 de la noche), el director había ordenado hamburguesas y coca colas de lata. Pero antes había que revelar el rollo, sacar las fotos y escribir el pie de foto. No era fácil para un novato, pero tampoco imposible.
Como periodistas, hoy que nos enteramos por las redes sociales de que hay muertos, hay lesionados o baleados, solamente se cubre la nota sin investigar más allá.
Es común para la sociedad ver escenas tan tristes, ya es común para la misma autoridad, hasta se ha vuelto cotidiano escuchar en los corrillos políticos: ¿y ahora cuántos hubo?
Ya no queda nada de sensibilidad, ya no queda nada de sentimientos. Da lo mismo, ver un fallecidos que 10. Difícil regresar al pasado.
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