LECTURA POLÍTICA
Las lecciones que no se han entendido
Noé Mondragón Norato
En la genealogía del poder han coincidido diversos personajes, partidos políticos y hasta figuras del mundo del espectáculo. Lo cual convierte ese show en frívolo y grotesco. Lejos de toda credibilidad. Todos ellos han enfilado sus objetivos en la pomposa y engañosa “construcción democrática”. Pero esos fluidos verborreicos insustanciales se están topando de frente con una realidad contundente: la de los grupos criminales. Es cuestión de pulsar los hechos recientes para entender el cruce de lo que se anticipaba en el pasado, con lo que se está concretando en las realidades presentes.
PROYECCIONES CUMPLIDAS. – En su libro, “Vacíos de Poder en México” publicado en 2014, el especialista en temas del narcotráfico Edgardo Buscaglia, se refiere a los grupos delictivos como “empresas criminales” en función de que actúan como sociedades que persiguen y cuidan territorios e inversiones, sustentan su influencia en la economía informal y formal y aprovechan justamente los vacíos y la corrupción del poder público y de una sociedad civil débil e insensible, para enquistar su fuerza, presencia, control y dominio. Basta con asomarse a la radiografía conceptual: 1.- El libro de Buscaglia apareció cuando el PRI estaba en la presidencia de la república con Enrique Peña Nieto. Era un momento en el que los grupos del crimen organizado ya habían tomado una fuerza inusitada. Pero desque aquella fecha dicho autor ya percibía la ineficacia, vulnerabilidad y corrupción en el Poder Judicial asociado a las impunidades y demandaba una nueva arquitectura institucional del Estado, moldeada con base en las capacidades de controles preventivos que contaran con el obligado apoyo de los ciudadanos. Era claro que, para lograrlo, se necesitaba una participación social más activa en un asunto llamado a impactarlos con fuerza negativa en el futuro. Justo como ya está ocurriendo. 2.- Carcomido por los vacíos de poder que el Estado ha permitido que llenen los grupos delictivos, Buscaglia alertó sobre evitar que esos vacíos de poder aumenten en el país y “que vayamos a pedir permiso −a qué vas, cuál es tu propósito ahí, qué buscas− a El Mencho para poder entrar a una región tal y como ya está sucediendo”. Las once víctimas mortales de Chautipan se insertaron en ese siniestro contexto. No hubo reversa para ellos. Y tampoco pudieron eludir la muerte. 3.- El autor del texto −quien es también docente de Derecho en Economía en la Universidad de Columbia en Nueva York− asume que México “tiene tres veces más gente muerta y asesinada que Afganistán después de 20 años de guerra aquí. Y si bien México tiene un estado nación este se fue desintegrando con una delincuencia organizada que comenzó a privatizar de facto, pedazos del Estado para que los sirvan a ellos”. Dicha aseveración se liga al contexto natural de base social y apoyo lograda por los grupos delictivos. Se concretó cuando muchas comunidades, poblaciones y municipios comenzaron a ser abandonadas por el Estado. Lo plasma con acierto otro libro: “Crónicas desde la región más violenta”, escrito por diversos periodistas. La narración desnuda las cruentas guerras entre las pandillas Mara Salvatrucha y la Calle 18 en El Salvador. “Hay narcos que entienden que la violencia es algo reservado para sus enemigos dentro del negocio. Entienden que las balas es mejor tenerlas guardadas en el cargador del arma el mayor tiempo posible, y dedicarlas si puede ser solo a tumbadores, delatores o autoridades corruptas. Hay narcos que entienden que el mejor vecino es el vecino contento y que el mejor pueblo es el que está habitado por sus empleados…los buenos “capos” se convierten en un gobierno paralelo en los lugares donde el gobierno no llega. Otorgan y exigen. Llenan un vacío. Son lo que las autoridades no alcanzan a ser”. 4.- La paz mafiosa, sin embargo, puede romperse fácilmente. Así como está ocurriendo en Sinaloa, Guerrero, Michoacán, Chiapas y ahora Querétaro. Buscaglia propone al respecto una participación ciudadana que empuje nuevas conductas con el fin de enderezar el rumbo del país. Un aspecto central se asocia con la calidad de la educación y de los conocimientos impartidos en la escuela pública. Algo que no se logra saturándola de maestrías y doctorados “patito” reflejados en el divorcio real entre títulos y conocimientos verdaderos. Y, sobre todo, que los políticos acuerden con la base social. Es decir, que se construya un consenso común que beneficie a ambas partes. Y no quedarse en declaraciones públicas sin contenido. Pero ni Felipe Calderón ni Peña Nieto ni AMLO y ahora Claudia Sheinbaum parecen entenderlo.
HOJEADAS DE PÁGINAS…Al excandidato a senador por el partido Movimiento Ciudadano (MC) y exmilitante tricolor, Mario Moreno Arcos ya le debe quedar clara la película: la cobija política del exgobernador priista y ahora dueño del MC, Héctor Astudillo, fue efímera y circunstancial. Solamente lo utilizó mientras era “rentable”. Luego, lo soltó dejándolo caer al vacío. A Mario se le escapó esta vez la dirigencia estatal del partido naranja. Y como muchos perredistas que se van quedando huérfanos de poder y ya otean el horizonte político en busca del anhelado abrazo partidista guinda −todos se quieren subir a esa ola−, hay fuertes trascendidos políticos en el sentido de que Moreno Arcos podría emigrar al Morena. Y en la repesca del poder, aspiraría a regresar como diputado local. Si es así, portaría en su marca personal tres siglas partidistas: priista, emecista y morenista. Qué tal.
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