LECTURA POLÍTICA
Jacinto: fallida operación política
Noé Mondragón Norato
Aunque el dirigente estatal del Morena Jacinto González Varona ha servido como muro de contención ante los ataques opositores −sobre todo del PRI, PRD y PAN−, al final de cuentas su función ha quedado reducida ya, no a meterse a la sucesión gubernamental de 2027, sino a intentar fortalecer a su grupo nuñista en la asignación de candidaturas para esa elección. A Jacinto no lo limitan los estatutos morenistas en ese sentido, pero es claro que ya los violó. Es cuestión de situar los contextos legales para entenderlo mejor.
JACINTO Y SU COYUNTURA. – Las cosas parecen definidas para Jacinto. Y no están enfocadas a situarlo en su alocada pretensión de convertirse en candidato a gobernador por el Morena. Porque hay otros “fierros en la lumbre”. Se lee así: 1.- Desde que buscó la reelección como diputado local, Jacinto González violó el estatuto del Morena en su artículo 13 que dicta textual: “Si el origen de un cargo de legislador es la vía plurinominal, no podrá postularse por la misma vía a ningún otro cargo de manera consecutiva”. Sin embargo, él lo hizo en mancuerna con su aliada, la presunta diputada transgénero, Citlali Calixto Jiménez. Violar reglamentaciones internas es el deporte favorito de algunos empoderados militantes partidistas, aun tratándose de un instituto político aparentemente “democrático” como el Morena. Jacinto no sólo se reeligió como diputado local plurinominal, sino también como dirigente partidista. En cierto modo, actuó como un cacique al interior de ese partido.
2.- Dada su desbordada ambición de poder, a Jacinto le encanta manipular a sus coetáneos. En septiembre de 2022 tomó protesta como dirigente estatal del Morena. Pero en noviembre de ese mismo año, regresó a ocupar la curul en el Congreso local por unos cuantos días banqueando a Fernando Agüero García, su suplente en la diputación. Desde ahí violó el estatuto del Consejo Nacional de Morena que establece que ningún integrante del Comité podrá ocupar un cargo público y ser dirigente estatal a la vez. Apenas en septiembre pasado protagonizó otro escándalo legal. Porque al renunciar de manera indefinida a su curul local para asumir como dirigente estatal por segunda ocasión −esta vez sí le aplicaron el estatuto guinda−, la que ocuparía su lugar era la suplente Diana Bernabé Vega. Pero esta última había ganado la elección de mayoría relativa en el distrito dos. El punto es que Jacinto le pidió que renunciara a su representación verdadera y ganada en urnas, para que asumiera la suplencia plurinominal. A su vez, la suplente de Diana Bernabé en el distrito dos María Luisa Antonio de la O −cuadro político de Jacinto− arribaría como diputada propietaria. Un sucio y maloliente enjuague de poder. Ambas tomaron protesta ante el pleno del Congreso local el pasado martes 24 de septiembre. Pero fueron impugnadas y se les cayó toda la tramoya. El Tribunal Electoral del Estado (TEE) falló en contra. Y asumió el siguiente en la lista de prelación plurinominal por la acción afirmativa de discapacidad: Juan Valenzo Villanueva. Como los perros apaleados, Jacinto se retiró con la cola entre las patas. 3.- Tras ese golpe político González Varona se ocultó por un largo tiempo. No dio la cara. Evitó incluso, opinar sobre el cruel asesinato del alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos Catalán. Y solo se animó a romper su prolongado silencio, cuando ocurrieron las balaceras y aprehensiones en el municipio de Tecpan de Galeana. De ellas se reveló que muchos de los detenidos eran oriundos de Guatemala y El Salvador. Entonces el dirigente estatal del Morena se aventuró a señalar “a la derecha, al PRI y al PAN de los hechos violentos en Costa Grande. Quisieron desestabilizar y no les funcionó”, aseguró. Le dio de pedradas al panal. Porque los dirigentes del PRI, Alejandro Bravo y del PAN, Eloy Salmerón, demandaron “pruebas” de lo asumido por el diputado local con licencia. Eloy pidió incluso, que compareciera ante la fiscalía general del estado (FGE) para que “aportara información sobre los hechos de violencia en Tecpan”. De nueva cuenta, Jacinto volvió a esconderse. Cuando quiso rectificar su postura −y lo hizo− ya era tarde. Entonces apeló a lo único que hasta ahora sabe hacer muy bien: guardar silencio. Así y desde donde se le vea, el dirigente estatal del Morena no puede operar acertadamente en el terreno político. Y si ya lo refrendó con creces, ¿cómo podría hacerlo con éxito para conseguir la candidatura a gobernador? Simples valores entendidos.
HOJEADAS DE PÁGINAS…Acelerado y herido en su orgullo por los señalamientos de Jacinto y por los sorpresivos resultados de la “Operación Enjambre” implementada en el Estado de México por la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) liderada por Omar García Harfuch, el dirigente estatal del PRI, Alejandro Bravo Abarca, salió a defender a la militancia tricolor en el sentido de que “no hay alcaldes ni diputados del PRI coludidos con la delincuencia organizada”. Pero cuando un reportero le cuestionó si estaba dispuesto a “meter las manos al fuego por ellos”, simplemente no quiso responder. Por su parte, el titular de la Jucopo, el morenista Jesús Urióstegui García, se declaró “sin ninguna objeción” si en Guerrero ocurriera o se implementara un operativo similar al de la vecina entidad mexiquense. Los distanciamientos partidistas entre el oficialismo morenista y los opositores priistas, comienzan a vislumbrarse en el Congreso local.
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