LECTURA POLÍTICA
El viejo sistema negado a irse
Noé Mondragón Norato
El viejo sistema político no acaba de colapsar. Y busca en todo caso y como el Ave Fénix, renacer de sus cenizas. Por eso sus residuos se agrupan desesperados en torno a un solo escenario: recuperar al costo que sea el poder perdido. Pero los tiempos y las circunstancias ya cambiaron. Y si la disputa por la gubernatura en Guerrero se abrió demasiado pronto, es justamente por esos vetustos coletazos que proclaman de ese modo, su resistencia al cambio. Es cuestión de atar los cabos para entenderlo mejor.
PARTIDOS DEL VIEJO SISTEMA. – Para efectos prácticos, los partidos del viejo sistema político se están reagrupando con la mira fija en retornar al poder que se les fue. Los más visibles son el PRI y el PRD. Se lee así: 1.- En Guerrero, el PRD se empequeñeció. Su militancia lo sabe y evalúa con aplomo. El camino simplemente se les cerró. Y ya no pueden avanzar demasiado sin arriesgarse a tropezar y caer en el abismo. Por eso mismo y para la elección de gobernador de 2027, se anticipa que mucha militancia perredista estaría emigrando silenciosamente hacia el Morena. Con el único detalle de que la mayoría de sus militantes son los mismos que cavaron la tumba política del partido del sol azteca. Ya no tienen nada que aportar. Ni a la democracia ni al desarrollo social de la entidad. Solamente una cosa: los vicios, las incompetencias, los nepotismos y las corruptelas aprendidas diáfanamente de la escuela tricolor. La única esperanza del PRD encarnó en el finado alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos Catalán. Pero se desvaneció abruptamente cuando fue eliminado sin piedad y emulando el horror primitivo. Así y sin liderazgos políticos sólidos y desarmada su estructura nacional con la pérdida de su registro en la pasada elección de junio de 2024, la elección de 2027 podría significar la desaparición absoluta del PRD en Guerrero. De esta forma, uno de los representantes del viejo sistema político se instalaría en el epílogo de su vida partidista. Sin que esto signifique que no proyecte resistencia a su virtual extinción. 2.- El PRI es el representante mayor del viejo sistema que se resiste a irse.
A lo largo de más de setenta años de ejercer y retener el poder, no solo creó una cultura política nociva fundada en los excesos, la corrupción, la violación a las leyes y a los derechos humanos y la represión −aunado a su proclividad a mantenerse eternamente en el poder−, sino que ponderó como eficaz divisa de gobierno la rendición permanente del culto a la personalidad transformado en lealtades ciegas y mesiánicas. Obediencias perrunas y sin excusas. Mandos faraónicos y oníricos. En exacta reproducción a como lo practicaban nuestros antepasados, los tlatoanis mexicas. La confirmación de lo anterior se percibe grotescamente, cuando el candidato a cualquier cargo de elección popular camina por las calles con el cuello atiborrado de sendos collares de flores de cempaxúchitl. Como si fuera un personaje fuera de serie, diferente a los demás. Encarnara una deidad y “su reino no fuera de este mundo”. Esa cultura política se generó de manera vertical y se arraigó después, en todos los partidos políticos, incluido el Morena. Por eso el ejercicio del poder marea y ensoberbece a quien lo detenta. Lo transforma en un ente huraño, altanero y prepotente. Y por eso mismo el PRI quiere regresar por esas glorias perdidas. Pero sus actores operativos están reducidos a dos: el senador Manuel Añorve Baños. Y el exgobernador Rubén Figueroa Alcocer. Una lógica gobernará a ese partido para la elección de 2027: la necesaria alianza con otros partidos pequeños que le garanticen −a diferencia del PRD−, su propia sobrevivencia de poder. Sustentarán lo anterior en cuando menos dos antecedentes: el conocimiento y la relación política que tendieron oportunamente con otros actores opositores del pasado. Y la experiencia que adquirieron durante todo ese trayecto, en el arte de la negociación oscura y soterrada. En amarrar y desamarrar lo imposible. Generar asombros y desconciertos de la nada. Aplicar maniobras inesperadas. Horadar estructuras políticas y electorales en apariencia, infranqueables. Aplicados correctamente ambos principios, podrían generar sorpresas. Todo en nombre de la permanencia del viejo sistema político negado al derrumbe. Y no parece estar en sus planes rendirse ni sucumbir. Para desgracia del avance y desarrollo democráticos de la entidad.
HOJEADAS DE PÁGINAS…Si la presidenta del país Claudia Sheinbaum Pardo no fue invitada a la toma de posesión del presidente norteamericano Donald Trump programada para el próximo 20 de enero, esa descortesía política se convierte necesariamente, en una mala señal. Sobre todo, en la coyuntura en que la eventual fiscal estadunidense Pam Bondi, se pronunció en el sentido de “estar de acuerdo en que el presidente Donal Trump declare organizaciones terroristas extranjeras a varios cárteles mexicanos”. Y también, la alerta enviada por el fenecerte presidente Joe Biden, con relación a que el gobierno de Trump, “se convertirá en una oligarquía en manos de unas pocas personas ultrarricas y las peligrosas consecuencias que vendrán si no se controla su abuso de poder”. La relación bilateral entre México y Estados Unidos comienza mal y parece tensarse antes de que Trump tome protesta.
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