LECTURA POLÍTICA
Morena y sus dilemas de poder
Noé Mondragón Norato
Cuando se fue de la presidencia del país, AMLO le dejó al Morena 26 estados de la república bajo control político guinda. Para la elección de 2027 se renovarán 16 gobiernos estatales. Muchos de ellos podrían comenzar a cuartearse dentro del esquema de los triunfos electorales. Y no sólo porque el propio expresidente morenista heredó una aguda crisis de seguridad, sino porque el cansancio de los votantes ya comenzó a impactar a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. Aunado a la llegada de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos. De ahí se abre lo demás.
¿PERDER GUBERNATURAS? – Si se mira bien, la presidenta Claudia Sheinbaum necesita fortalecerse durante los primeros tres años de su gobierno. No sólo para tomar distancia política de AMLO −una tarea titánica y casi imposible−, sino para intentar empujar a sus cuadros políticos para los otros tres que le restarán. El punto es que, en esa proyección, estaría cediendo triunfos al PRI y al PAN en algunas gubernaturas. Y por eso la táctica consiste en reclutar en el Morena a priistas resentidos a fin de asegurar el mayor número de triunfos en la elección de 2027. Hay que verlo de cerca:

1.- En Sinaloa ya se dio el primer aviso de lo que vendrá en la elección de 2027: cientos de ciudadanos se organizaron y vandalizaron el pasado 23 de enero el palacio de gobierno de aquella entidad demandando la renuncia del polémico mandatario morenista Rubén Rocha Moya. El asesinato de dos niños y su padre fue la gota que derramó el vaso. “¡Fuera Rocha!” Y “¡Narco gobierno!”, fueron las consignas que más se corearon por parte de la turba. Pero la dirigencia nacional del Morena y la propia presidenta Claudia Sheinbaum apuestan por sostenerlo. Sin embargo, el punto no puede eludirse: ¿podría el Morena retener el gobierno de aquella entidad en la elección de 2027 con todo el lastre y el desprestigio que ya se adjudicó el gobernador Rocha Moya? ¿Son suficientes dos años para lavar su imagen ampliamente deteriorada por los resquemores derivados de su presumible relación y acuerdos soterrados con los grupos delictivos? ¿Cómo y mediante qué estrategia PAN y PRI aprovecharán la coyuntura a fin de reposicionarse en el ánimo ciudadano? 2.- En Guerrero, la apuesta política tiene otras tonalidades. El senador Toro tiene el liderazgo mayor en el Morena. Encabeza actualmente todas las encuestas. Pero aquí la lucha electoral no es con el PRI ni con ningún otro partido político opositor, sino con sus demonios internos. Los adversarios de casa ya comenzaron a moverle el tapete. No se la quieren dejar tan fácil. Y si bien es cierto que la reforma por nepotismo −que ya existe en los estatutos del Morena− se aplicará hasta el 2030, el punto es que dicho senador no es empleado de la actual gobernadora que es su hija. Y, si se mira bien y desde la perspectiva legal, no le aplica. El reverso de la moneda estriba en la cuestión moral. Es decir, “no se vería bien” que la mandataria morenista le heredara el poder estatal a su padre. Pero ¿acaso se percibió muy bien que AMLO dejara como secretario de Organización de la dirigencia nacional del Morena a su hijo Andy López Beltrán? ¿O que Rosario Piedra Ibarra repitiera como presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) pese a su nulo y cuestionado desempeño durante todo el sexenio de AMLO? ¿O las herencias familiares que dejó diseminadas en la Secretaría de Gobernación la actual dirigente nacional del Morena, Luisa María Alcalde Luján, extitular de dicha dependencia? ¿Eso no es nepotismo? ¿Qué sería entonces? ¿Tráfico de influencias? ¿Y eso cómo lo sanciona el Morena pues forma parte de la “corrupción política” de acuerdo con el concepto manejado por el extinto politólogo italiano Norberto Bobbio, en el Diccionario de Política? 3.- Si el acuerdo y la unidad interna se rompen, es previsible que el Morena borde las fronteras de una eventual derrota electoral para la elección de 2027 en Guerrero. No tanto porque el senador Toro deba ser forzosamente el candidato a gobernador por dicho partido, sino por el impacto que tendría en sus filas una eventual imposición de otro aspirante ajeno a la izquierda y a las causas ideológicas que asume defender el partido presidencial. Para que el Morena gane holgadamente esa elección, debe planchar muy bien la selección de su candidato a gobernador. Y la presidenta Claudia Sheinbaum no tiene mucha tela de donde cortar en un ambiente saturado de ambiciosos y “enamorados” repentinos y de coyuntura, de la marca Morena.
HOJEADAS DE PÁGINAS…Uno de los personajes que se ha mantenido reservado y calladito, es el senador priista Manuel Añorve Baños. Desde lejos, observa las disputas internas en el Morena y anota. Evalúa que eso le favorece de algún modo. Y todo el priismo y lo que queda del PRD hacen lo mismo. Les dejan la cancha abierta a los morenistas para que se pongan los guantes y se suban al ring. Y si se puede, les atizan a los mensajes subrepticios en redes sociales contra uno u otro bloque. Porque muy en el fondo saben que, si bien están invitados al baile del 2027, no tienen acceso a la fiesta completa. Y están conscientes, sobre todo, de que las posibilidades de triunfo para todos ellos son realmente muy lejanas. Por eso su misión consiste en observar y medir hacia donde van a tender sus apuestas finales. No tienen otro camino.
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