LECTURA POLÍTICA
Bety-Mario: alianza inminente, utilidad obvia
Noé Mondragón Norato
Cuando el PRI era el partido dominante, cualquier intento de disidencia interna se etiquetaba como traición. Quienes se subían a esa ola eran aplastados con el puño autoritario del presidente en turno. Le ocurrió así a Carlos A. Madrazo Becerra, un priista que fue de los primeros en plantear elecciones abiertas para designar candidatos a cargos de elección. Un “extraño” accidente aéreo acabó con su vida en junio de 1969. Y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano −también “rebelde” del PRI− pagó por esa misma “osadía” con el asesinato de dos de sus operadores políticos: Francisco Javier Ovando Hernández y Román Gil Heráldez. Pero cuando el PRI dejó progresivamente de ser el partido dominante y muchos de sus más distinguidos personajes se mudaron a la oposición, no encontraron castigo por sus hechos corruptos del pasado, sino una fraternal, efusiva y desmemoriada bienvenida por parte de quienes, hasta entonces, habían sido sus detractores. El Síndrome de Estocolmo político, terminó con el rencor opositor del pasado convirtiéndolo en amor. Es justo ese guion político el que se está reditando. Sin ningún tipo de escrúpulos ni rubor y apelando a ese cinismo que los políticos ya hicieron costumbre.
RECICLAMIENTOS Y UTILIDADES. – Las cortinas de humo del poder tienen una ventaja: no dejan ver las auténticas intenciones que se esconden. Por eso, la reaparición del ex priista y ex emecista, Mario Moreno Arcos debe verse justo en esa dimensión. Se lee así: 1.- Lejos de fomentar la unidad interna en el Morena, la presidenta Claudia Sheinbaum la fragmentó más. Es decir, lo congruente era ordenarle al diputado federal Alfonso Ramírez Cuellar, aparecer al lado del senador Toro,

la senadora Beatriz Mojica y los diputados federales del partido guinda, así como del dirigente estatal Jacinto González Varona, como los principales promotores del voto en la próxima elección judicial. Pero decidió cambiar las fichas y mostrar la cabeza de la división que ella misma estaría incubando. Es decir, enseñó el músculo con miembros de una mayoría ex priista. Entre ellos Javier Taja Ramírez y el propio Mario Moreno. Y otros ligados indirectamente a ese partido. Los otrora hijos pródigos tricolores aparecieron pavoneándose y vendiéndose como “los salvadores” de la elección en el Poder Judicial. Pero su utilidad política estaría ligada a otros escenarios. 2.- No existe hasta el momento al interior de las filas morenistas, ningún registro de un exaspirante a gobernador por el PRI que haya sido postulado en la siguiente elección, como candidato del Morena a ese mismo cargo. Por eso mismo, es poco creíble que a Mario Moreno le tiendan toda la mesa nada más porque apareció en la fotografía con Ramírez Cuellar, el enviado de la presidenta. Y si esa es la intención de fondo, la debacle electoral del Morena sería de mero trámite. Por una elemental razón: la militancia guinda en Guerrero es más obradorista. Postular como candidato de Morena a un ex priista que arrastra con un pasado turbio y cuestionado, además de haber sido oponente de ese partido en la pasada elección de gobernador, no garantizaría ningún triunfo en las urnas. En todo caso, la utilidad política de Moreno Arcos consistiría en apoyar a una de las mujeres aspirantes a gobernadora por ese partido. Y no es precisamente la senadora Beatriz Mojica, sino la desarraigada de Guerrero, Estela Damián. El plan político de la presidenta Sheinbaum es obvio: poner la estructura de Mario Moreno y de Bety Mojica al servicio de una total desconocida y sin desempeño alguno en la función pública de Guerrero. A cambio, el ex priista estaría en posibilidades de exigir al menos dos cosas: su boleto de admisión en el Morena. Y una diputación local. La cuerda del poder no le da para más. 3.- El problema de Bety Mojica y del propio Mario Moreno es que sus aparentes estructuras electorales están bastante diezmadas. Ambos son conocidos, pero son más sus pasivos que sus activos. Si ganaron elecciones en el pasado, fue porque la coyuntura, el partido político y los actores que los apoyaron los favorecieron ampliamente. Pero cuando no fue así, siempre han perdido. De ahí que una eventual alianza Bety Mojica-Mario Moreno no se mediría en términos de bonanza electoral, sino en todo lo contrario: un eventual voto de repudio de la izquierda morenista y obradorista guerrerense. Por el polémico pasado que arrastran al saltar de un partido político a otro sin recato alguno, por simple sobrevivencia a los presupuestos públicos y nociva adicción al poder. La película del 2027 tiene mucha cinta sin correr.
HOJEADAS DE PÁGINAS…El personaje que ya advirtió sobre la inminente politización de la elección del Poder Judicial, es el presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) del Congreso local, Jesús Urióstegui García. Y es que la reunión convocada por el diputado federal morenista Alfonso Ramírez Cuellar el pasado domingo, fue sectaria a todas luces. No se convocó a toda la militancia morenista sino solo a una parte. Al anuncio hecho por la senadora Bety Mojica en el sentido de que la meta es alcanzar 350 mil votos en las urnas, la lectura obligada es que esos votos son promovidos únicamente por ese grupo y no por todo el Morena. En un santiamén, los presentes en esa reunión se apropiaron en el discurso, de los resultados de la votación del próximo domingo. El fiasco consistiría entonces, en que la irritación guinda se mida con el eventual vacío de asistentes a las urnas. Sería el costo de la división partidista promovida desde la presidencia del país.
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