LECTURA POLÍTICA
Gustavo: el miedo como ejercicio del poder
Noé Mondragón Norato
Al edil de Chilpancingo, Gustavo Alarcón Herrera no se le da nada: ni la buena gobernanza ni la eficacia en la administración de los recursos ni la seguridad pública ni la obligada planificación para meter orden en el municipio. Pero eso sí, impera el caos: calles quebradas, servicios públicos deficientes, cobros arbitrarios y fuera de contexto, pagos de altos salarios en una nómina saturada de amigos y aviadores que cada vez punzan en las redes sociales mediante narrativas oscilantes entre el chisme de lavadero y las verdades a medias. Pero que no dejan de ser altamente perjudiciales para un edil negado a los resultados. En los hechos, domina la percepción del vacío de autoridad. Basta con asomarse a una parte de los últimos acontecimientos para entenderlo mejor.
EDIL MANIATADO. – El ejercicio del poder se sustenta en dos premisas que lo inmovilizan y lo controlan: el interés y el miedo. Quienes lo detentan saben que al ponderar el primero de ellos, el segundo pasará inevitablemente, a formar parte de su estilo personal de gobernar. Una llamarada que los deflagra irremediablemente y una pesada cadena de la que no podrán desprenderse con facilidad. Es justo lo que le ocurre al actual edil de la capital. Se lee así:

1.- Cuando Gustavo Alarcón tomó protesta como alcalde suplente, comenzó con el pie izquierdo. Una de las principales demandas ciudadanas consistía en la dotación si no eficaz, por lo menos regular de los servicios públicos. Pero, sobre todo, de la seguridad pública. Sin embargo, no ha podido. El crimen lo abrazo y lo hizo traslucir de inmediato dos cosas: un elocuente silencio de valores entendidos y una visible y marcada pusilanimidad. Ante las crisis recurrentes en materia de seguridad pública, el edil capitalino se deslindó de ellas de la manera más fácil y que ya hicieron costumbre la mayoría de las comunas: endosarle toda la responsabilidad al gobierno estatal y al federal. Como si las comunas fueran ínsulas personales de poder en las cuales se priorizara la administración de los dineros públicos. Nada más. Y las policías preventivas municipales no existieran. De ser así y tal como ocurre en los hechos consumados, entonces el Congreso local está obligado a reformar la Ley Orgánica del Municipio Libre a fin de que dichas corporaciones desaparezcan en definitiva de todos los municipios. Porque no se puede estar pagando salarios de la hacienda pública a entidades policiacas que sencillamente, no aportan absolutamente nada en beneficio de la seguridad pública ciudadana. 2.- Durante la última balacera que terminó en homicidio ocurrida en una “novedosa” cantina de la avenida Lázaro Cárdenas, muchos de los presentes en dicho antro atestiguaron que habían participado en ella, dos funcionarios del ayuntamiento capitalino por la forma soez, altanera y desgarbada con que presuntamente ambos intercambiaron insultos. Algunas páginas de las redes sociales le atizaron a la construcción de una narrativa ligada a los altos salarios que los involucrados cobraban en la comuna. Otras, a que se trató de la ejecución de un sicario. Para despejar confusiones y ante la pertinente y obligada aclaración mediática que el edil debió empujar derivada de un escenario de crisis que se fermentaba y lo golpeaba de frente, al final optó por el silencio. Y escudarse en el silencio tiene dos explicaciones: verdad oculta. O miedo exacerbado. Esta última, una de las premisas para ejercer el poder cuando puede más el interés. Como sea y con su enmudecimiento, el edil mandó clara la señal en el sentido de que no le interesa lo que ocurra en materia de seguridad ciudadana, en toda la demarcación que gobierna. 3.- La crisis de la recolección y depósito de las más de 300 toneladas de basura que se producen diariamente en la capital, tiene literalmente maniatado a Gustavo Alarcón. El basurero de Metlalapa sigue sin ser utilizado y todas esas toneladas de basura se siguen acumulando en el cerro del Huiteco, que ya está saturado. Al paso que van las lluvias y la formación de huracanes, no se descarta que eventos similares a los ocurridos en la zona norte de la ciudad −en el que se anegó hasta la Bodega Aurrerá− puedan generarse en otras colonias aparentemente, blindadas. Y todo por no empujar acuerdos con la edil de Zumpango. A eso se suma la recolección de basura. En muchas colonias las unidades pasaban dos veces por semana. Hoy, solamente una. La capacidad de gestión y de operación de los servicios públicos municipales va unida a la propia indolencia del alcalde. Y todavía falta.
HOJEADAS DE PÁGINAS…Casi siempre, las segundas partes no son buenas. Está comprobado. Porque la recién designada por el Congreso local para un segundo periodo como titular de la Comisión de los Derechos Humanos de Guerrero (CDHG), Cecilia Narciso Gaytán, acaba de archivar la queja de la periodista Alina Navarrete Fernández, reportera de El Sur Acapulco, por una presunta agresión que sufrió por parte de dos escoltas del alcalde capitalino Gustavo Alarcón, sin que mediara investigación alguna sobre dicha escaramuza. Y tampoco ha mencionado el estado que guarda la denuncia hecha por el fotorreportero Anwar Delgado Peralta, por una amenaza de muerte en su contra hecha por el diputado local priista Bulmaro Torres Berrum. ¿Esos son los “resultados” que presumió con singular alharaca mediática antes de ser ratificada en la CDHG? En realidad, la simulación y la omisión siguen siendo sus principales divisas.
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