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Las redes ya no son sociales: autopsia de una promesa rota

The Muffin

Las redes ya no son sociales: autopsia de una promesa rota

Mauricio Cabrera 

 

 

 

Storybakers:

¿Están muertas las redes sociales?

La pregunta es necesaria tras la profesionalización de los creadores de contenido.

Cuando la mayoría crea pensando en monetizar en algún punto se desvirtúa la promesa inicial de las redes.

E incluso se ponen en evidencia muchas de las mentiras que nos compramos respecto a lo que se suponía que representarían para la humanidad.

  1. Las presentaron siempre como una forma de conectar a la humanidad, pero en realidad, en gran parte por los propios algoritmos deseosos de encender el involucramiento de cada persona, nos encerraron en nuestras propias burbujas. Y cuando no, ese encuentro de visiones sirve para el debate incendiario más que para la conversación constructiva.
  2. Se aseguró que las redes sociales serían un espacio para conectar con amigos y seres queridos, pero acabaron convertidas en un espacio en el que la mayor parte de nuestras interacciones es con desconocidos y con quienes pueden no sólo no tener un lazo afectivo hacia nosotros sino incluso animadversión y odio.
  3. Se dibujó un escenario en el que las redes sociales democratizarían la capacidad de los usuarios de expresar su sentir sin ningún tipo de discriminación o sesgo. Hoy, una opinión está segmentada y condicionada tanto por el número de seguidores que tenemos como por lo que decide el algoritmo.

 Es mentira que la opinión de uno importa igual que la de otro.

 Es incluso mentira que podemos expresarla con la garantía de que lo hará en un entorno de civilidad y respeto.

Dada la relación directa entre el alcance, la popularidad y la monetización, los usuarios hemos dejado de publicar el contenido para generar el contenido que a las plataformas les interesa.

  1. En sus inicios, las redes sociales se resistían a abrazar la publicidad más vaga en aras de garantizar una mejor experiencia para el usuario.

Para este 2025, las redes sociales se han convertido en plataformas de infomerciales infinitos.

Si la televisión entregó sus tiempos muertos a la promoción de productos en infomerciales de bajo costo, en las redes o se venden productos chatarra o se venden supuestos conocimientos de un creador que tras alcanzar la fama aspira a vivir de decirles a otros cómo alcanzarla en vez de seguir construyendo su camino.

  1. La promesa de una tierra prometida a partir de las redes es cada vez más débil. Desde que TikTok produjo la explosión de miles de nuevos creadores con cientos de miles de followers, la categoría de influencers se sobrepobló de tal forma que aún llegando a esa cifra puede no significar un cambio de vida para la persona que lo consigue.

¿Y en qué ha derivado esta distorsión, que no evolución, de las redes?

  1. Profesionalización de los creadores: frente a la sobrepoblación de creadores emerge la diferenciación.

Los creadores más grandes, para no ser alcanzados o dejar de ser tendencia, dan un salto de calidad a nivel de producción y formato.

Salvo en los contados casos en que logran relacionarse con una plataforma de streaming o directamente con televisoras, hoy es más caro “generar” contenido para redes sociales que antes.

El negocio, en cambio, no es necesariamente mejor.

Para el usuario aparece como un beneficio.

 Pero al mismo tiempo, ese usuario ante los requerimientos técnicos, ve más lejana la posibilidad de convertirse en creador por sí mismo.

Entiende que lo que haga desde la cámara de su smartphone en un set improvisado puede no ser suficiente.

El podcast como muestra.

Hubo un punto en que no importaba mayormente cómo se grabara un podcast.

Pero fue a partir de su explosión en YouTube y del valor del clipping, que un audio no sólo debe escucharse bien, también verse bien.

El podcast, por tanto, se complejizó tanto en costos como en demanda de tiempo.

  1. Las redes no son para compartir, son para vender. Ha quedado dilapidado el valor de compartir momentos casuales.

Se habla de depresión pero con fotos cuidadas para que no dejen de generar likes.

Se graba desde el coche pero procurando que se note el logo del coche de lujo en el volante para hacer un statement.

Se presentan videos con el perro pero intentándolo convertir en influencer para ver si puede llegar a monetizar.

La interacción genuina está rota.

Los usuarios actuamos como buscadores de fama más que como humanos que queremos conectar.

Al respecto, Kyle Chayka escribió en New Yorker sobre la pérdida de sentido al publicar momentos casuales en redes.

En un concurso de popularidad 24/7, los momentos casuales poca o nula oportunidad tienen de trascender.

Las redes, en resumidas cuentas, han dejado de ser para todos los momentos y para todas las personas.

  1. La estética como filtro obligatorio

Descansan en paz las redes sociales.

Su diferenciación se ha dilapidado.

Las redes, como la televisión, está plagada de publicidad basura.

Las redes, como la televisión, demandan ciertos niveles de producción anómalos para una persona común y corriente.

Las redes, como la televisión, están hechas para verse bien.

Lo de conectar, ser auténticos y compartir con seres queridos queda, como siempre, para las reuniones en Navidad.

Idealmente, para impactar en redes, editadas para verse bien.

 

 

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