CAMINOS DEL SUR1019
El rostro joven de una vieja enfermedad en el Pacífico Sur
Manuel Nava
A pesar de las campañas de detección temprana y los discursos institucionales que cada octubre tiñen de rosa la conciencia pública, el cáncer de mama sigue siendo la principal causa de muerte por tumores malignos entre las mujeres de la Región Pacífico Sur. Lo más preocupante: cada vez afecta con mayor frecuencia a mujeres más jóvenes, reflejo de una realidad donde la prevención llega tarde y las condiciones estructurales siguen pesando más que las intenciones.
Antes era frecuente el cáncer de mama en personas de 50 años, pero en los últimos cinco años la edad de las pacientes es menor y en la actualidad están en tratamiento mujeres de entre 27 y 29 años.
En esta región, menos del 30 por ciento de los casos se detectan en etapas tempranas, muy por debajo del promedio nacional. El diagnóstico tardío, la falta de acceso a medicina especializada y los patrones culturales que aún desincentivan las revisiones médicas, se combinan en un cóctel fatal. El resultado son tasas de mortalidad que no descienden, sino que se consolidan como un signo de desigualdad y abandono institucional.
Desde 1988, la Organización Mundial de la Salud (OMS) instauró el 19 de octubre como el Día Mundial contra el Cáncer de Mama, con el propósito de promover la detección oportuna y reducir las muertes evitables. Sin embargo, en el sur del país, las campañas de sensibilización tropiezan con realidades complejas: mujeres sin cobertura médica, clínicas sin mastógrafos, médicos sin capacitación oncológica y comunidades donde hablar de la enfermedad aún se considera un tabú.
En Chiapas, es uno de los tumores más frecuentes y mortales entre las mujeres. En 2024, la tasa de mortalidad alcanzó los 18.7 casos por cada 100 mil mujeres mayores de 20 años, frente a los 10.4 registrados en 2020. A pesar de iniciativas como “Chiapas a tiempo”, destinadas a mejorar la detección y tratamiento, el número de casos sigue en aumento.
Hoy, el estado atiende en promedio 644 mujeres con cáncer de mama, un 20 por ciento más que hace cinco años. La tendencia deja claro que la infraestructura y los programas locales aún son insuficientes frente a la magnitud del problema.
En Guerrero, el panorama tampoco es alentador el padecimiento representa la principal causa de muerte por tumores malignos en mujeres, y aunque las cifras oficiales muestran cierta reducción reciente —234 casos en 2024 frente a 285 en 2023—, la realidad es que la atención médica sigue marcada por carencias e irregularidades. No se olvidan episodios como los ocurridos en 2016, cuando fallas en el suministro de quimioterapias costaron la vida de pacientes. En este contexto, las estadísticas pueden fluctuar, pero la vulnerabilidad persiste.
Michoacán registra una tasa de mortalidad de 16.1 por cada 100 mil mujeres mayores de 20 años, concentrada en el grupo de 60 a 74 años. No obstante, la tendencia ascendente es clara: entre 2020 y 2024 las defunciones por cáncer de mama pasaron de 241 a 297, lo que representa un incremento del 23.2 por ciento. Las cifras hablan de un problema estructural más que sanitario: un sistema de salud que detecta tarde, trata poco y acompaña menos.
En Oaxaca, el mal se posiciona como la segunda causa de muerte por tumores malignos en mujeres, y preocupa especialmente la aparición de casos en mujeres jóvenes, algunas de apenas 22 o 26 años. En 2023 se registraron 174 muertes, concentradas principalmente en municipios urbanos como Oaxaca de Juárez, Salina Cruz, Loma Bonita y Tuxtepec.
En 2022 se contabilizaron 235 fallecimientos, lo que revela una persistencia del problema más que un avance en su contención.
Las causas del cáncer de mama son multifactoriales —genéticas, alimenticias, ambientales—, pero en el Pacífico Sur tienen también un rostro social. La pobreza, la desinformación y la falta de servicios especializados agravan el riesgo. En comunidades rurales, muchas mujeres acuden al médico cuando el dolor o el tumor ya son visibles, cuando la enfermedad ha avanzado tanto que la esperanza se reduce a tratamientos paliativos.
En un país donde los discursos de prevención suenan con fuerza cada octubre, el sur sigue siendo una herida abierta. La lucha contra el cáncer de mama no puede limitarse a campañas temporales ni a promesas institucionales: requiere una estrategia permanente, con infraestructura suficiente, educación comunitaria y atención médica digna. Mientras tanto, el mal continúa cobrando vidas jóvenes, recordándonos que el color rosa no basta para cubrir el tono gris de la desigualdad.
No es la enfermedad lo que mata, sino el tiempo que se le deja crecer, diría la abuela.
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Fuentes
INEGI
Secretaria de Salud Chiapas
Secretaria de Salud Guerrero
Secretaria de Salud de Michoacán
Secretaria de Salud Oaxaca
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