Lucio, fiel a su estilo reservado, le dijo al senador que había caminado días para llegar, cuando en realidad nunca estuvo lejos.
Por: Noé Morales Cuevas Crónica
21/11/2025
Chilpancingo, Gro.
Hablar de Rubén Figueroa Figueroa, exgobernador de Guerrero, es meter la mano en un costal lleno de alacranes: para unos, fue casi el diablo encarnado; para otros, un gobernador de mano pesada que puso orden donde había puro desmadre. Dos versiones que siguen chocando desde los años setenta, esos años en que el político fue secuestrado por la guerrilla de Lucio Cabañas Barrientos y su Partido de los Pobres.
Descendiente de una familia de carácter recio —hijo de Nicasio Figueroa y Eufemia Figueroa— Rubén tampoco era hombre de medias tintas… y la guerrilla mucho menos.
La antesala del encuentro
Era 1974. Figueroa, con 66 años, aún Senador, caminaba con paso firme rumbo a la candidatura del PRI para gobernador de Guerrero. Desde 1972 insistía en ver a Lucio Cabañas, convencido de que alguna plática podía desactivar las tensiones que traían al estado encendido desde 1967. Pero tocó pared: la cita terminó en secuestro.
El 30 de mayo de 1974 debía realizarse la reunión. A las 9 de la mañana, en La Y Griega, cruce carretero rumbo al sur de Atoyac, sobre la carretera Acapulco–Zihuatanejo, llegó la combi roja del senador, decorada con dos moños blancos. Lo acompañaban su secretaria Gloria Brito, su sobrino Febronio Díaz Figueroa, y dos tíos de Lucio, Pascual y Pablo Cabañas Ocampo.
Así lo narran múltiples investigadores, entre ellos Margarito Pérez Retana, en El Secuestro de Rubén Figueroa: el fin de la guerrilla campesina del Partido de los Pobres.
La guerrilla pidió, como condición previa, que el Ejército y policías se retiraran de Atoyac, Técpan, Coyuca de Benítez y San Jerónimo. Pero la petición jamás se cumplió. Aun así, la reunión se llevó a cabo.
El momento del encuentro
Cayó la tarde cuando el grupo de contacto llegó al ejido de Pitos y Pitales. Ahí, Ramiro (Pedro Hernández Gómez), jefe guerrillero, desarmó a los visitantes, no sin cierta resistencia. Bajo la sombra de una ceiba monumental, Lucio Cabañas entró en escena.
Lucio, fiel a su estilo reservado, le dijo al senador que había caminado días para llegar, cuando en realidad nunca estuvo lejos. Iluminó con una lámpara el rostro de Figueroa; el político pidió reciprocidad. Así se reconocieron, frente a frente, dos mundos inconciliables.
Las conversaciones comenzaron al día siguiente y duraron un par de días, suficientes para confirmar lo inevitable: eran enemigos irreductibles.
Entonces vino el anuncio:
Figueroa quedaba retenido hasta que el gobierno cumpliera varias demandas. Las políticas rozaban el delirio —como liberar a todos los presos comunes del país— y las económicas incluían 100 fusiles M1, 50 pistolas calibre 9 mm y 50 millones de pesos.
A partir de ahí comenzó la cuenta regresiva hacia el final de la guerrilla campesina.
La retención y la liberación
Rubén Figueroa estuvo secuestrado del 2 de junio al 8 de septiembre de 1974, escondido por los caminos de la sierra en la Costa Grande. Su cautiverio terminó entre balazos, explosiones y muertos, cuando el Ejército Mexicano irrumpió para rescatarlo.
La liberación lo lanzó al pedestal político. Fue recibido como héroe por sus seguidores y por el aparato priista. De inmediato se convirtió en candidato, y luego en gobernador de Guerrero (1975-1981), periodo marcado por una política dura contra los grupos insurgentes.
Tiempo después, la televisión francesa lo entrevistó para un documental titulado “El Señor Gobernador”. Ahí, Figueroa narraba su secuestro con dramatismo propio:
“Ahí ya empezaron a surgir los guerrilleros, como salidos de la entraña de la tierra. Pasaron aproximadamente 500 bien armados, y luego desfilaron grupos sin armas, con armas… más de mil”.
Y entre bravatas de macho guerrerense, soltó una frase que se volvió célebre:
“Yo anhelo la muerte con un brasier sobre mis ojos y unas pantaletas sobre mi corazón…”
El Figueroa que cada quien recuerda
Quienes lo conocieron decían que era franco, de lengua filosa, dicharachero y sin miedo a usar groserías como el pueblo. De convicciones fuertes y temperamento duro, heredero —según él mismo— del carácter insurgente de los hermanos Figueroa: Francisco, Rómulo y Ambrosio.
Otros lo consideran el artífice de la guerra sucia, responsable de persecuciones y desapariciones contra quienes buscaban un cambio democrático.
Cada quien conserva su versión.
Una historia imposible de borrar
Con todo y sus claroscuros, Rubén Figueroa Figueroa —el ingeniero topógrafo que escaló hasta la gubernatura— forma parte imprescindible de la historia política de Guerrero. Su secuestro, su figura polémica y su tiempo de poder siguen marcando debates, heridas y memorias.
Denuncia en desdeabajo Noticias!
¿Conoces o tienes fotos y videos de algún acto de posible negligencia, corrupción y abuso de autoridad? Mándalo al WhatsApp: de desdeabajoNoticias: 7443262471. ¡Compártelo! Nosotros le damos seguimiento.
Síguenos también en Twitter: @Yae31099C en Facebook: DesdeabajoAca:https://www.facebook.com/profile.php?id=1000636239783