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El declive político de Jacinto

LECTURA POLÍTICA

El declive político de Jacinto

Noé Mondragón Norato

La contradicción, la incongruencia y la simulación se apoderaron progresivamente de la política cuya marca es la felonía. De actores y principios. Es de los males que no se imitaron de la escuela política tricolor del pasado. Pero sí, todos sus vicios. Así, basados en la aplicación de un presidencialismo vertical y autoritario −que todavía persiste−, los opositores internos tricolores eran congelados. O de plano, enviados al ostracismo. Impensable que volvieran a la escena pública. No había lugar para ellos. Se convertían en apestados. Fue así como acabaron muchos políticos de aquellos años: en el olvido y sin poder. Hoy y ante el asombro de las audiencias ciudadanas, los políticos brincan incansables de un partido político a otro. Situándose incluso, por encima de la ley. Sin rubor y con malicia. Le llaman cínicamente y para justificar esa ignominia, operación política. Se acabaron los escrúpulos.

JACINTO Y SU OCASO. – Es verdad que el dirigente estatal del Morena Jacinto González Varona inició su carrera política con el pie derecho. Ha sido dos veces diputado local plurinominal e igual número de veces, dirigente de ese partido. Defendió rabiosamente el proyecto de la izquierda. Pero sus intervenciones públicas fueron mostrando progresivamente, la frágil madera política de la que estaba hecho. Se lee así: 1.- El virtual regreso a las filas morenistas de la exalcaldesa de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández Martínez, se convirtió en una evidencia insoslayable de lo atropellado de la gestión política de Jacinto. Porque si bien esta fue expulsada de ese partido político con singular escándalo mediático, al final del día ganó en los tribunales, todas las impugnaciones internas en su contra. Y Jacinto quedó evidenciado como pésimo operador político. No sólo porque no pudo contra la ex edil de la capital, sino porque careció de capacidad política y de gestión interna para frenarla. Sin embargo y si se mira bien, el dirigente estatal del Morena se quedó atrapado entre dos bisagras políticas que lo asfixiaron: recibió órdenes e instrucciones del expresidente AMLO. Y hoy de la presidenta Claudia Sheinbaum. Desde la percepción de la comodidad política, decidió en ese carril, sacrificar los principios ideológicos que, en apariencia, regulan a la militancia de ese partido. Y decidió lanzarse a reproducir los mismos vicios priistas que tanto criticó en el discurso.

2.- Que Jacinto reclute y admita como eventuales aliados a los perredistas con la mira puesta en la elección de gobernador de 2027 se entiende. Porque poseen afinidades ideológicas con el Morena. De hecho, la mayoría de los integrantes de este último partido provienen del PRD. Pero que, en masa, esté dispuesto a registrar como militantes morenistas a las huestes políticas del exgobernador priista-perredista Ángel Aguirre Rivero se convierte en disparate. En abierta aberración para un movimiento partidista “de izquierda” que desplazó del poder estatal, justamente al PRI y a los emisarios del pasado responsables de las crisis cíclicas en Guerrero en materia de seguridad, corrupción y represión. ¿Cómo va a justificar Jacinto ante el grueso de la militancia del Morena este “acercamiento” con ese pasado que tanto criticó, pero que ahora se abraza frenéticamente a él? ¿Es ahí donde se están extraviando los ideales políticos del Morena, transformados en grotesca caricatura e inoculados por ambiciones desbordadas y sin límites? 3.- Al admitir al aguirrismo en las filas morenistas, el dirigente estatal del partido guinda no se convierte en beneficiario natural de esas adhesiones, sino que marca con fuerza su declive político. Y se excluye en automático, de la disputa interna por la candidatura al gobierno estatal en la elección de 2027. Es decir, de aquí en adelante la operación política que intentará hacerle contrapeso y restarle puntos en las encuestas al senador Toro −el único liderazgo fuerte, vivo y actuante del Morena−, es el exgobernador Ángel Aguirre, convertido en advenedizo de “la izquierda” y caballo de Troya de los viejos cacicazgos priistas. Y Jacinto González, contra su voluntad, se verá precisado a convertirse en porrista de ese grupo político. En esa coyuntura, la salida digna para él sería presentar su renuncia como dirigente estatal del Morena. Pero no lo hará. Confía en que la marca partidista todavía le haga “justicia”. Y unido al grupo aguirrista, se le considere para alcanzar otras responsabilidades en la administración pública. La ironía política es que el eventual colapso del Morena en Guerrero, lo está labrando con determinación, su propio dirigente estatal.

HOJEADAS DE PÁGINAS…La aprobación de la Ley Camila en el Congreso del Estado representa un avance sustancial en materia de cuidado y preservación de los derechos humanos de los niños que son violentados. Una penalización más larga para los infractores adultos sentará las bases para fomentar la civilidad, la sensibilidad y el respeto a este grupo vulnerable. Porque las conductas violentas contra las mujeres y los niños se asocian de manera natural a una educación deformada y a los traumas −ligados en la mayoría de los casos a los males endémicos de la pobreza y la marginación− que los infractores reciben en sus hogares. Es hora, como escribió Enrique Krauze en su libro Tiempo Contado, que los guerrerenses evolucionemos de los machetes a los libros. Y también de las balas del odio, a los entendimientos, la tolerancia y la paz.

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