México y López Obrador ante los poderes fácticos
La vista está fija en México.
Por muchas razones:
Por la violencia.
Por los ataques a todos los adversarios y en especial a la prensa y, en estos momentos, a Natalie Kitroeff, corresponsal del periódico The New York Times.
Por los más de 180 mil muertos en el sexenio, espiral en ascenso y cuya inercia pierde espacio en los medios de comunicación y apenas merece alusiones en el discurso oficial.
Por los crecientes crímenes de políticos de todo nivel, de todas las regiones del país y de todas las fuerzas políticas en liza rumbo a las elecciones más numerosas de la historia.
Más de 20 mil puestos en disputa de la Presidencia de la República a nueve entidades federativas, ocho estados y la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.
De alcaldías importantes como Guadalajara, Monterrey y Tijuana hasta los congresos de la Unión, de los estados y también regidurías en miles de ayuntamientos.
Sume usted 128 senadurías, 500 diputaciones federales, ocho gubernaturas, la capital, 31 congresos locales, mil 580 municipios, 16 alcaldías capitalinas y 24 juntas municipales.
EU, IGLESIA, EJÉRCITO…
Hay preocupación de los poderes fácticos.
No nada más del empresariado, como trata de focalizarlo López Obrador al referirse a Claudio X. González y a los supuestos conservadores concitados por Xóchitl Gálvez.
Hay muchos más:
Estados Unidos, cuyas críticas van en ascenso por el debilitamiento de la democracia mexicana y la fortalecida persecución de la libertad de expresión, extensiva a medios extranjeros.
La Iglesia Católica, la cual pasó de un apoyo abierto al movimiento del tabasqueño en 2017 y su neutralidad en 2021, a abierta crítica en 2024 por la inacción contra la violencia y la crisis social.
Del empresariado, cuya voz mayor, Carlos Slim Helú, por primera vez disintió públicamente y anunció el acuerdo de ajustar cuentas con López Obrador cuando deje Palacio Nacional… si lo deja.
Y del Ejército Mexicano.
Aunque se le han entregado plenos poderes y recursos y funciones sin límite, la inconformidad militar avanza por el exceso de labores y porque se les ha separado de sus tareas constitucionales.
Y cuidado porque la rebelión puede venir de coroneles y mayores, no nada más de generales.
DE SALINAS A GRACO
1.- Anda con sus ejemplares y los da a sus amigos.
Graco Ramírez, exgobernador de Morelos y confeso enemigo de López Obrador, reparte su libro Contra la regresión autoritaria.
Tiene datos interesantes:
Describe cómo Carlos Salinas le propuso quitarle el PST -o Ferrocarril, lo mismo da- a Rafael Aguilar Talamantes para hacerlo aliado.
De la última cena de José Francisco Ruiz Massieu, quien prometió en presencia de Carlos Salomón Cámara perseguir a Raúl Salinas de Gortari.
-Voy a meterlo a la cárcel, les dijo en su última cena en el University Club.
Sin saberlo, un tirador ya espiaba a Ruiz Massieu para ejecutarlo, pero desistió al verlo con Graco Ramírez y Carlos Salomón.
-Yo le alargué la vida una noche -me dice Graco, convencido.
Y 2.- Alejandro Armenta promueve reuniones con cuadros de todos los partidos y ante ellos ha rechazado cualquier liga con el exgobernador Mario Marín.
Bajo la promesa de gobernar para todos, ha difundido fotos con las senadoras poblanas Nancy de la Sierra y Nadia Navarro, quienes le han deseado suerte.
@urenajose1
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