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Donald Trump derrumbó el cuarto poder de los medios

The Muffin

Donald Trump derrumbó el cuarto poder de los medios

Mauricio Cabrera

Donald Trump ha puesto a los medios en jaque.

Su triunfo electoral doblegó al periodismo por múltiples frentes.

Lo golpeó tanto en su credibilidad como en la influencia que de verdad tiene en la sociedad.

La victoria de Trump puede asumirse como sinónimo de que una mayoría de la población estadounidense considera que en los medios tradicionales se manipula información a favor de los demócratas.

No era una regla, pero sí una generalidad.

Los medios de mayor prestigio llamaban a la gente a no votar por Donald Trump.

La mayoría, porque al momento de la verdad imperó la cautela empresarial, se abstuvo de publicar endorsements a favor de uno u otro candidato.

Pero las evidencias de todo el contenido previo apuntaban a señalamientos constantes respecto a lo que podría representar el regreso de Trump a la Casa Blanca.

En este caso la lectura puede ir hacia el concepto de que una buena parte de la sociedad se manifestó en contra de la percepción de los medios.

Que no es que los hayan dejado en visto.

Sí que ese ataque constante no provocó más que se afianzara en ella la idea de que lo publicado en los medios apuntaban a intereses que van más allá de la verdad.

Otra posibilidad, mucho más basada en los números, manifiesta que hagan lo que hagan los medios seguirán viendo reducida su relevancia cultural.

Profundizan al respecto Max Tani y David Weigel.

Analizan, por ejemplo, que incluso el New York Times con sus 11 millones de suscriptores pagos tiene una audiencia demasiado limitada como para en verdad ser un factor clave en una población de más de 300 millones de personas.

En muchos sentidos, puede asumirse que la gran mayoría de los votantes no acostumbra leer el New York Times.

No necesariamente porque no comulgue con lo que ahí se publica.

Sí porque no forma parte de sus hábitos de consumo diario.

Sí porque en su presupuesto no está contemplado pagar por información general.

Sí porque tiene otras fuentes de información.

El generalismo ha perdido contra los nichos.

Los medios masivos a nivel mundial han ido dejando de serlo para convertirse en nichos muy acotados que palidecen ante los millones de nichos que son atrapados por los creadores de contenido.

Sería impreciso también decir que Joe Rogan determinó el rumbo de la elección con su entrevista a Donald Trump, a JD Vance y a Elon Musk.

Pero al mismo tiempo es incuestionable que como fuente de información o de influencia se manifestó como la más efectiva de todas durante el proceso electoral.

En su podcast, a diferencia de lo que ocurre en los medios, no hay ni ataduras editoriales ni límites éticos que acoten lo que se puede publicar y lo que no.

No existen barreras entre lo que se puede decir y lo que no.

El único criterio que vale es el del propio Joe Rogan entendiendo que lo mejor para sí mismo es que se comparta lo más extremo posible para mantener sus niveles de audiencia.

Las intervenciones de Donald Trump con o sin los medios de por medio se convierten en. fenómeno mediático gracias al contenido generado por los usuarios.

El contenido generado por los medios tampoco suele estar ahí.

Para los usuarios, e incluso para otros medios que pudieran entrar en esa dinámica, resulta mucho más sencillo amplificar clips controvertidos de Donald Trump que ponerse a explicar a profundidad lo que han publicado el New York Times, Politico o el Washington Post.

La política no está exenta del modo en que hoy se viraliza el contenido.

El contenido hoy trasciende cuando escapa de su formato madre para atomizarse en redes sociales.

El contenido del New York Times, como de los medios en general, suele nacer y morir en ese nicho propio del medio.

Por más que sean 11 millones de suscriptores pagos, la cantidad de personas resulta insuficiente para escalar.

El mayor referente mundial del periodismo escrito no alcanza a ser todo lo determinante que aún hoy se argumenta desde la industria de los medios.

El cuarto poder no existe más.

Ni CNN, ni el New York Times, ni el Washington Post, tienen la capacidad de determinar el rumbo de una elección.

Ese cuarto poder es compartido con los creadores.

Ese cuarto poder es protagonizado por los creadores.

Los propios periodistas de los medios lo entienden.

Nicholas Carlson, ex editor de Business Insider, anunció que se prepara para lanzar su propia start-up.

Su empresa llevará por nombre Dynamo.

Apunta a montarse a a tendencia de los videos de negocios en YouTube, TikTok y Linkedin para producir historias cinemáticas que impacten a esa audiencia deseosa de explicar el mundo a través de los negocios.

Asegura en entrevista para el NYT que su tipo de funcionamiento irá mucho más hacia el estilo MrBeast antes que hacia las transmisiones recurrentes que uno vería dentro del propio YouTube o en Facebook Watch.

No lo dice de esa forma.

Pero de sus palabras podría interpretarse que intentará replicar lo hecho por Cleo Abram en tecnología tras salir de Vox.

En CNN aún no se recuperan de su derrota en la cobertura electoral contra Fox News cuando uno de sus presentadores estelares anuncia su salida para emprender por cuenta propia.

Chris Wallace optó por no renovar contrato con CNN.

A sus 77 años, reconoce en exclusiva para Daily Beast que la atención parece estar hoy en videopodcasts como el de Joe Rogan y Charlamagne The God.

En el propio CNN, cuenta Daily Beast, Mark Thompson reconoce que han de salir de sus espacios tradicionales para llegar a donde la audiencia está.

Que su alcance está quedando demasiado acotado a esas plataformas tradicionales que alcanzan a una audiencia igualmente tradicional.

El problema para los medios es mayúsculo.

Aún en el terreno de las mentiras, validando el cuestionable punto de vista de Trump e Elon Musk respecto a la poca veracidad de los medios, el efecto de esas mentiras no se propaga tanto ni a la misma velocidad que las de los principales propagandistas republicanos.

Para el periodismo se avecina, además, otra afectación.

Trump está convirtiendo a los analistas más cercanos a él en piezas clave de su gobierno.

El caso más sonado es el de Pete Hegseth, quien ha sido nominado por Trump para convertirse en Secretario de Defensa.

Si bien Hegseth es un veterano de Estados Unidos con participación en las guerras de Irak y Afganistán, es reconocido por la audiencia gracias a que es uno de los presentadores de Fox & Friends Weekend.

No es periodista en toda la extensión de la palabra.

Pero sí que podría convertirse en un símbolo de cómo hoy en día se utiliza la influencia y el poder del micrófono para poder comenzar a destacar en la política.

Si ex directores técnicos ocupan lugares en la televisión para usarla de vitrina que les permita conseguir trabajo en un equipo, la política comienza a jugarse bajo las mismas reglas.

Son tiempos difíciles para los medios y para el periodismo.

Lo serán todavía más los que se avecinan.

Sobre todo con Trump convirtiendo a su propio gobierno en una extensión de la ya conocida como MAGA Media.

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