DCyberpunks
Confianza es negocio
Paul Lara
A lo largo de los últimos dos años he venido escuchando que el “periodismo tradicional” está muerto, que ya nadie lee periódicos, que las generaciones más jóvenes prefieren a los creadores de contenidos que a las grandes marcas de este gran oficio, que ya no es negocio. Todo eso tiene una parte de verdad, pero también una gran parte de mentira.
La evolución que ha tenido la tecnología, principalmente la inteligencia artificial generativa, nos permite como medios repensar cómo el periodismo genera confianza, reevaluar quién cuenta historias y reimaginar el verdadero propósito del oficio. Atrás quedó el SEO, el programmatic, todo lo que conlleva a hacer periodismo basura con tal de estar en el “ranking de las palabras clave”. Nos engañan los que no son periodistas que con ello ganas “reputación”, sí, pero no aquella de la que genera confianza en los lectores, el verdadero cliente del medio. Si no tienes lectores de calidad, tu publicidad será basura.
Y déjenme aclarar algo, aquellos que se llaman expertos y dicen que hoy la IA será la que encabece 80 por ciento de la creación de un texto periodístico no entienden nada, porque no son periodistas ni la verdadera función de esta herramienta tecnológica en las redacciones de los medios.
Una verdad es que la confianza no está fluyendo hacia las instituciones mediáticas tradicionales. Los datos son interesantes: casi 90 por ciento de los estudiantes ya no se informan a través de las marcas. Su información la obtienen de individuos: narradores con nombres, rostros y con experiencias vividas.
No se trata simplemente de una crisis de modelo de negocio por las plataformas digitales o el uso de nuevas tecnologías, es una crisis de confianza, y la mayoría de las empresas de medios siguen intentando resolver la primera, mientras ignoran la segunda. Por ello, muchos periodistas están trabajando de independientes, usando blogs como Substack para llevar contenido que no pueden publicar en sus medios, y esa confianza que generan con ello les está redituando en reputación, pero también económicamente.
Para muchos, el periodismo ya no se limita a la redacción. Se está redefiniendo en comunidades y clubes virtuales, plataformas en línea, redes sociales y encuentros globales. Ya no se trata sólo de alcance, se trata de relaciones y confianza, de contenido de alta calidad.
Lo interesante es que si los medios tradicionales no entienden el mensaje –no se necesita hoy su plataforma para crear periodismo como negocio– se van a quedar atrás. Yo les diría: no teman que los periodistas se vayan, más bien denles razones para que traigan a sus comunidades con ellos. Demasiados medios aún se aferran a ideas anticuadas de control, en lugar de aprovechar el potencial colaborativo de la propiedad y el crédito compartido. Los medios ya no acaparan tanto poder y deben reconocer el valor de las voces auténticas e independientes que tienen en sus filas.
Las historias pueden encontrar su forma natural, ya sea en podcasts, plataformas digitales, libros, periódicos, radio, televisión, revistas, video en streaming. Las vitrinas son muchas, pero sin confianza no hay negocio.
Éste es el futuro: el individuo se convierte en la red. Las marcas de medios deben dejar de ser guardianes y convertirse en colaboradores si quieren seguir siendo relevantes. La objetividad debe tomarse con moderación. La neutralidad, a menudo considerada un sello distintivo del buen periodismo, puede convertirse en un escudo contra la rendición de cuentas. En contextos de injusticia, insistir en el equilibrio puede distorsionar la verdad. Citó a Christiane Amanpour: “Sean veraces, no neutrales”. La empatía no es un prejuicio, es una responsabilidad periodística.
Miles de profesionales en el mundo arriesgan sus vidas para decir la verdad. Algunos en Gaza queman sus últimos documentos para calentarse, pero aun así deciden usar sus cámaras y estar presentes. Eso no lo puede contar la IA, estaría inventando y eso se penaliza.
Algunos líderes de medios siguen tachando a los narradores independientes de “influencers” o “activistas”. La colaboración es el camino, no la competencia, y en las mismas filas de los “tradicionales” hay quien genera contenido y gana confianza afuera, que puede utilizarse adentro.
¿Por qué el futuro del periodismo no espera? Porque se está construyendo con voces independientes que no piden permiso, desde hace unos años. Cuentan las historias como quieren y deben ser contadas. La gran recalibración del periodismo ya está en marcha. La confianza, el contenido de alta calidad, los datos estructurados y las buenas entrevistas son clave para sobrevivir. ¿De qué lado estarás?
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