CAMINOS DEL SUR
Del altar al abandono, la crisis del maíz.
Manuel Nava
Factores climáticos, socioeconómicos y de producción, además de las políticas públicas hacen que las actividades con motivo del Día Nacional del Maíz, cada 29 de septiembre, se reduzcan un simple festejo para homenajear este grano fundamental en la alimentación, la economía y la cultura de México, impulsando su preservación y reconociendo la labor de las y los campesinos.
En las entidades que integran la Región Pacífico Sur se tienen programas sociales de apoyo a la producción que se suman a las estrategias nacionales las cuales se centran en la autosuficiencia, la protección de variedades nativas y el apoyo directo a pequeños y medianos productores.
Sin embargo, su eficacia presenta contrastes, ya que mientras se declara la autosuficiencia en maíz blanco, la producción total de granos muestra una caída significativa, aumentando la dependencia de importaciones.
No modifican la estructura básica de siembra, recolecta, comercialización y por ende los ingresos de los productores tienen como origen remesas y programas sociales y menor medida ingresos propios derivados de la actividad agrícola.
A nivel nacional, se proyecta una disminución de la producción de maíz en 2025. Además, se espera un aumento significativo en el precio de la tortilla, lo que podría agravar los problemas de seguridad alimentaria en las zonas más afectadas por la siembra ilícita.
En el caso de la RPS La problemática común del cultivo de maíz incluye el cambio climático (sequías, inundaciones, heladas), problemas fitosanitarios (plagas y enfermedades), la baja productividad, los altos costos de producción para pequeños productores, la competencia con maíz importado, y una amenaza a la biodiversidad por el monocultivo y la siembra de maíz transgénico. Además, la falta de apoyos e infraestructura afectando la autosuficiencia alimentaria que es uno de los objetivos de la estrategia agrícola nacional.
En casos específicos, por ejemplo Chiapas tuvo una intención de siembra de maíz en Chiapas de 837 mil 362.25 hectáreas. Pero la canícula puso en crisis la producción del grano y la recolecta es menor a lo esperado.
En Guerrero se proyectó una superficie de 575 mil 743.18 hectáreas de “intención de siembra”, de la cual se obtuvo información en marzo de 2024.
Datos de marzo de 2024 indican que se sembraron 511 mil 522.76 hectáreas de maíz.
Para el ciclo agrícola Primavera-Verano (PV) de 2023, en Michoacán se sembraron 466 mil 005 hectáreas, y se cosecharon 457 mil 479, con una producción de 2 millones 58 mil 953 toneladas. Aunque no se dispone de una cifra consolidada de la superficie sembrada
La superficie sembrada de maíz en Oaxaca durante 2024 fue de 610 mil 046.06 hectáreas, tampoco hay, a la fecha datos consolidados del resultado final.
Como si no bastara, La siembra ilícita de cultivos como la amapola y la marihuana impacta al cultivo de maíz en Chiapas, Guerrero, Michoacán y Oaxaca, principalmente al generar inseguridad, desplazamiento y conflictos por el control territorial en 2025. La baja rentabilidad de los cultivos ilícitos, por la competencia del fentanilo, ha hecho que los agricultores busquen alternativas como el maíz, creando nuevas dinámicas en las economías locales.
La violencia y la presencia de grupos criminales obligan a agricultores de maíz a abandonar sus tierras. Esto provoca una reducción del área cultivada y, por ende, de la producción de maíz.
La delincuencia organizada impone “impuestos” a la producción y venta de productos agrícolas. Se debe pagar por el uso de la tierra, la cosecha y la venta de sus productos, lo que aumenta sus costos y reduce sus ingresos.
La reciente caída del precio de la amapola ha provocado el fenómeno contrario, con campesinos buscando volver al maíz.
Degradación del suelo: El uso indiscriminado de agroquímicos y pesticidas en los cultivos ilícitos puede contaminar los suelos agrícolas, afectando negativamente la fertilidad y la calidad de la tierra para cultivos futuros como el maíz.
Las disputas entre grupos criminales por el control de los territorios de siembra ilícita se traducen en violencia. Esta inestabilidad afecta la seguridad de las comunidades rurales y puede llevar a confrontaciones, extorsiones y otros actos violentos contra los agricultores de maíz.
La disminución de la producción de maíz para autoconsumo, por abandono o desplazamiento, pone en riesgo la soberanía y seguridad alimentaria de las comunidades locales.
La caída de los precios de la amapola y otros cultivos ilícitos, agravada por la introducción de opioides sintéticos como el fentanilo, ha sumido en una crisis a muchas comunidades que dependían de esta economía ilegal. Los agricultores que intentan volver al maíz a menudo enfrentan desafíos económicos adicionales: los agroquímicos usados en los cultivos ilícitos representa un riesgo para la salud de los agricultores y de sus comunidades.
El desplome en el precio de la goma de opio especialmente en Guerrero, llevó a abandonar este cultivo ilegal. Algunos buscan regresar a la siembra de maíz, pero la falta de apoyo y opciones viables dificulta su transición.
A pesar de la reducción en la siembra por la baja rentabilidad, las fuerzas armadas mexicanas continúan destruyendo plantíos ilícitos. Sin embargo, la efectividad de estos programas se ve limitada por la falta de alternativas económicas para las comunidades afectadas.
Sembrado para comer, el maíz es sagrado. Sembrado para negocio es hambre, diría la abuela
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Fuentes
Nube.agricultura.gob.mx.
Organización campesina sin maíz no hay país.
Sistema de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) del Gobierno de México.
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