CAMINOS DE SUR
Una oleada que escala
Manuel Nava
La escalada de violencia vinculada al narcotráfico que se vivió durante el proceso electoral de este año, fueron las primeras señala es de que se gestaba un reacomodo del mapa del crimen organizado en el país.
El escenario vivido a lo largo del año es complejo: mientras que los votantes ejercen su derecho democrático eligiendo nuevos líderes, los grupos criminales buscan preservar o expandir su influencia y proteger sus operaciones ilícitas. Las organizaciones delictivas han demostrado históricamente su capacidad para ejercer violencia selectiva con el fin de acumular capital político.
Un hecho base es que los cambios en el poder de los partidos políticos interrumpen los acuerdos político-criminales existentes.
Los arrestos de Ovidio Guzmán y otros líderes claves del Cártel de Sinaloa, así como de miembros importantes del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), desataron la competencia entre facciones aprovechándose de la vulnerabilidad percibida de estos grupos para intentar apoderarse de sus operaciones.
A pesar de los golpes recibidos, se espera que el Cártel de Sinaloa y el CJNG sigan dominando el panorama criminal. Los ingresos provenientes del tráfico de drogas sintéticas y los flujos migratorios alimentan la violencia y otorgan estabilidad financiera a estos grupos.
Puede afirmarse que la complejidad del crimen organizado en México se ha incrementado, evolucionando de estructuras jerárquicas a redes más integradas horizontalmente, administrando células que operan a lo largo del país y están involucradas en una amplia gama de ilícitos.
Una de las zonas de conflicto es la Región Pacífico Sur, donde la violencia no solo ha escalado durante el 2024, sino que la crueldad con que se manifiesta acumulando episodios dolorosos en los meses recientes.
Chiapas es una zona con límites fronterizos, el estado se ubica como foco de cárteles mexicanos dedicados al tráfico de personas, armas y narcóticos. La situación se agravó en 2021, cuando el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) llegó a ocupar zonas sureñas previamente controladas por el Cártel de Sinaloa, lo que significó un aumento en la violencia.
El caso más reciente es el asesinato del sacerdote de San Cristóbal de las Casas, Marcelo Pérez, ocurrido el domingo 20 de octubre. Los habitantes de Chiapas denuncian que han sido víctimas del despojo de sus tierras y las pocas propiedades que tienen además de las amenazas de violar a las mujeres, quemar casas y robo de pertenencias, cosechas y animales. Chiapas era un cinturón de contención de esas organizaciones, y hoy es propiedad de ellas.
En Guerrero, las disputas entre grupos criminales, se extienden en zonas como Taxco, Tierra Caliente, Coyuca de Benítez, la sierra de Guerrero y demás sitios donde pelean por el control de operaciones criminales, en días recientes La Costa Chica se volvió parte de la discordia.
Una primera hipótesis serpia que el acuerdo a que llegaron las organizaciones criminales de la mano con Salvador Rangel, obispo emérito y Filiberto Velázquez, director del centro Minerva de Derechos Humanos, está roto.
Actualmente en Guerrero operan cinco cárteles de la droga: Los Ardillos, Beltrán Leyva, Familia Michoacana, Los Rojos, Guerreros Unidos, Cártel del Sur y Los Tequileros. Todos son temibles y sanguinarios y tienen el control territorial en Guerrero.
En Michoacán el martes 3 de septiembre circuló la imagen de una manta atribuida al grupo criminal liderado por Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho. Según puede verse en el material la unión entre grupos delictivos es entre el cártel de las cuatro letras, Los Viagras y Los Blancos de Troya.
Además aseguran que tienen conflicto con otras organizaciones delictivas de la entidad, específicamente Los Caballeros Templarios y Los de Tepeque, “quien les ayude de cualquier manera pasa a ser enemigo nuestro”, se puede leer en el mensaje. Los Viagras son una organización delictiva identificada en reportes militares como un brazo armado de Cárteles Unidos.
De los siete grupos del crimen organizado que operan en toda la República Mexicana, cuatro tienen presencia en Oaxaca, entre los que destacan el Cartel de Sinaloa. Se identificó la presencia del Cártel de Sinaloa, Cártel Jalisco Nueva Generación, Escisiones del Cártel del Golfo y el cartel Guerreros Unidos.
Estos grupos del crimen organizado operan como enormes empresas nacionales y transnacionales, por lo que, al cambiar de líderes también suelen cambiar a sus representantes en los estados, comúnmente conocidos como jefes de plaza, entonces, como estamos viendo, se registran pugnas internas o incluso fracturas en el Cartel de Sinaloa como ha pasado con otros grupos criminales cuando se quedan sin su líder.
Lo que hoy llaman estrategia son solo acciones improvisadas, diría la abuela.
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