Epístolas Surianas
• Huracanes. El ejemplo de Evelyn…
De Julio Ayala Carlos
LA TRAGEDIA DE POZARICA, Veracruz, en donde las fuertes lluvias ocasionaron destrucción y muerte, al igual que en otras partes del país, no sólo es consecuencia de fenómenos naturales, lo que generó inundaciones y desbordamientos de ríos, sino también de la negligencia de autoridades locales y estatales que actuaron con irresponsabilidad social.
Y no es que las lluvias hayan sido atípicas, o porque el fenómeno meteorológico haya sido impredecible, o en Veracruz nunca hayan ocurrido desastres por la fuerza de la naturaleza, sino porque quienes gobiernan ese estado, donde los muertos oficialmente suman más de 50, y los desaparecidos otro tanto, no hicieron nada para alertar a la población.
En este sentido, por más que la presidenta de la República quiera minimizar la tragedia, incluyendo la pérdida de vidas humanas, así como lo que precede al desastre, en un claro interés de proteger a las autoridades municipales y estatales, lo cierto es que hay responsabilidad de éstas y que, para que nunca vuelva a ocurrir, deben castigarse, no con llamadas de atención, sino con la ley, o lo que es lo mismo, con cárcel.
Así debe ocurrir, porque los servidores públicos, estatales y municipales, desde el ámbito de su competencia, están obligados a estar atentos, a velar y actuar en favor de la seguridad de la población. Eso incluye a todos, sin excepción, incluyendo al gobierno federal.
Por fortuna, en Guerrero las autoridades estatales y municipales lo han entendido, y bien…
A raíz del huracán Paulina, en 1996, que destrozó gran parte del Puerto, ha venido creciendo la cultura de la prevención, no solo de los fenómenos naturales, sino de sus consecuencias, de tal forma que gracias a ello, el último huracán que afectó al estado, incluyendo Acapulco, el John, las pérdidas fueron mínimas, principalmente en vidas humanas.
Ello porque a diferencia del pasado, las autoridades estatales y municipales previnieron a la población del huracán y sus consecuencias, principalmente a través de una información precisa y oportuna, que permitió que los habitantes de Acapulco y las dos costas del estado, abandonaran los espacios de peligro, a fin de protegerse en lugares seguros.
Las áreas de prevención, como protección civil, como las de emergencia y auxilio inmediato, no sólo actuaron con diligencia y oportunidad, sino que también lo hicieron con responsabilidad, de tal forma que si bien hubo inundaciones, caída de viviendas, destroce de carreteras y de puentes, la pérdida de vidas humanas fueron mínimas, sin que por eso sea motivo de alegría y satisfacción.
Lo anterior, ciertamente, tiene nombre, y me refiero a la gobernadora Evelyn Salgado Pineda que personalmente encabezó las labores de prevención, en primer término, y luego en materia de auxilio y apoyo a los damnificados, algunos de los cuales, como en Poza Rica, Veracruz, también perdieron todas sus pertenencias.
Hoy, por fortuna, Guerrero es ejemplo de prevención, lo que no quiere decir que todo sea perfecto. Sin embargo, comparado con los gobiernos de otros estados, el estado es un modelo a seguir, de su protocolo de prevención, y tomarlo como ejemplo de lo que debe hacerse para enfrentar la fuerza de la naturaleza, con los menores daños posibles.
Sí. La experiencia de Guerrero y de la gobernadora Salgado Pineda, debe tomarla en cuenta.
Comentarios: ayala.jc30@gmail.com
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