LECTURA POLÍTICA
Golpeteos políticos por el poder
Noé Mondragón Norato
El drama se repite. Sólo cambian los actores envueltos en un rentable discurso opositor. Pero las posturas y las actitudes son las mismas. Proyectan altas dosis de cinismo, ineficacias, indolencias y simulaciones. Adornadas, además, con una procaz intolerancia y una recalcitrante idea de tener la razón. Cobra sentido la dislocada e incongruente estrategia que se utiliza para desviar atenciones. Sacar de la agenda pública, narrativas punzantes de los asuntos fundamentales que lastiman profundamente a los ciudadanos de a pie. Basta con ubicar el inédito comportamiento de los actores para entender la implementación de dinámicas asombrosas en esta torcida y desconcertante trama, utilizada no sólo para incomodar, sino para alcanzar o mantener el poder.
PASADO EN EL PRESENTE. – Hay cuando menos dos eventos recientes que horadan credibilidades y advierten no sólo sobre oportunas y abruptas oposiciones de coyuntura, sino sobre ineludibles ambiciones de poder: 1.- Organizaciones identificadas con “la izquierda” pero muy cercanas al dirigente estatal de Morena, Jacinto González Varona, se indignaron con el homenaje reciente que la Secretaría de Cultura organizó para festejar el 119 natalicio del ex gobernador priista Rubén Figueroa Figueroa. Y demandan no sólo la renuncia de la secretaria de Cultura, Aida Melina Martínez Rebolledo, sino una disculpa pública del gobierno estatal. El punto es que esa disculpa nunca la exigieron cuando el polémico ex gobernador tricolor Héctor Astudillo Flores acordó a través del Congreso local, incluirla como efeméride a celebrar en el Calendario de Actividades Cívicas. Ni tampoco se movilizaron durante el sexenio del expresidente AMLO para demandar la apertura del caso Aguas Blancas, ligada a los Figueroa. Y si se mira bien, esa izquierda proclive a los radicalismos está ahora siendo utilizada con evidentes fines políticos. Al final de cuentas, una disculpa pública no elimina por decreto ese homenaje que ya ocurrió. Tampoco la renuncia de la funcionaria de Cultura. Y es claro que dicha efeméride será discutida en el Congreso local y eventualmente, eliminada del Calendario de Actividades Cívicas. ¿Cuál es entonces el sentido y el prurito de esa queja? Uno sólo: aquel ligado a la temprana disputa por el poder. Las banderas políticas ocultas bajo ese rentable, percudido y útil camuflaje. 2.- La diputada local del grupo jacintista, Diana Bernabé Vega decidió envolverse en la bandera opositora y crítica dentro de su propio partido morenista. Una actitud que, desde que tomó posesión como legisladora ─inoculada por la polémica de su acceso a la curul por la vía que fuera─ no había proyectado. Así, criticó con dureza, pero sin mostrar alternativas viables, legales ni convincentes, la reforma a la Ley de la UAGro. A sabiendas de que sería
aprobada por la mayoría legislativa de Morena. Luego, cuestionó que el senador Toro fuera incluido por el rector de la UAGro, Javier Saldaña, como parte de los homenajeados para el próximo 30 de diciembre y que formaron parte de la lucha social en Guerrero. El punto no tiene reversa: ¿dónde estaba Diana Bernabé y su aliado Jacinto González cuando el senador Toro tomó la plaza cívica de Chilpancingo en 1993 acusando fraude electoral del PRI de Rubén Figueroa Alcocer en aquella elección de gobernador? ¿Dónde cuando en la elección para renovar esta misma magistratura estatal en 1999 ─fauleado de nuevo por los priistas Figueroa Alcocer y René Juárez─ organizó “¿El Éxodo por la Democracia”, alentado por el expresidente AMLO quien era en ese entonces dirigente nacional del PRD? La historia no se equivoca. Basta con repasarla para entender las dinámicas de poder del presente. De ahí que la popularidad del senador Toro no sea casual. Con todos los defectos y las desavenencias que pueda proyectar. Porque gracias a ella, a AMLO y a la marca Morena, le deben muchos de los actuales empoderados neófitos en curules y en gobiernos municipales, su cómodo acceso. Sin lucha social verdadera, haberse movilizado recorriendo cientos de kilómetros contra los opresores del pasado ni tampoco padecido las consecuencias de haber enfrentado al poder intransigente y autoritario tricolor de aquel entonces. Muchos de los farsantes políticos actuales hablan de la lucha social de la “izquierda”, pero nada más de saliva. En el discurso demagógico falaz y a conveniencia. Y así, cualquier argumento cae por su propio peso.
HOJEADAS DE PÁGINAS…Todo un show mediático decidió operar la imprudente y tres veces diputada local plurinominal por el PT, Leticia Mosso Hernández. En tribuna legislativa, arengó contra la prensa que cubre dicha fuente señalando que “no los podía llamar amigos, porque a los amigos no se les maltrata”. La legisladora ignora que la función del periodismo verdadero no consiste en hacerse amigo de los políticos, sino recolectar información y cuestionar su desempeño. No conforme con ello, les restregó que “tampoco tengo dinero para pagarles, dignifiquen su trabajo y aquí tienen convenios, hay que hacer uso de ellos”. En un santiamén, los comunicadores de “la fuente” fueron etiquetados como “chayoteros”. Y todo porque circularon en redes sociales fotografías de ella y su esposo, el propietario del PT, Victoriano Wences Real, ostentando millonarias camionetas durante un evento político en el municipio de Zumpango. Para esta diputada intolerante, el mejor y más cómodo actuar de la prensa consiste en que no se metan con su vida de riqueza, labrada al amparo del erario. Habrá que difundir entonces que es una indigente, pobre y desamparada.
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